Chapter Capítulo 44
Capítulo 44
El maestro Azai se echó a reir: “¿Qué pasa, me estás diciendo que ya estoy viejo?”
“No es eso, es solo que no estoy acostumbrada a verlo así, en mi mente usted sigue siendo joven y guapo.” Contestó Ainhoa.
El maestro jaraneando le dijo: ‘Con más de sesenta años, ya no hay de dónde sacar lo guapo, pero tú, ¿por qué te veo tar afligida? Iker me contó que has tenido dificultades, asi que decidi venir a verte.”
Las lágrimas que Ainhoa tenía en los ojos finalmente se desbordaron. Hacía tres años que no visitaba al maestro, pero en cuanto él se enteró de que ella tenía problemas, vino en persona a verla. No sabía cómo podría devolverle tal favor.
Ainhoa, avergonzada, bajó la cabeza y dijo: “He sido yo quien ha fallado, preocupando al maestro.”
Los tres disfrutaron de una larga y alegre charla después de tanto tiempo sin verse. De momento, el móvil del maestro Azai comenzó a sonar, y él, con una sonrisa, respondió a la llamada diciendo:
“Pequeño travieso.”
El hombre del otro lado bromeó: “Viejo, vienes a Madrid y no me avisas, ¿qué, quieres hacerme quedar mal?”
El maestro Azai dio un sorbo de vino y contestó con una sonrisa: “Si ni siquiera me llamas tio abuelo y empiezas a discutir en cuanto nos vemos, ¿para que iba a decirte? ¿Acaso no es mejor ver a mi querida discipula?”
“¿Dónde están? Voy para allá.” Dijo la otra voz por el teléfono.
El anciano le contestó: “En El Palacio de Cibeles, habitación 808, y recuerda traerme una caja de pastel de mousse de la pasteleria La Duquesita.”
Después de colgar, el maestro Azal le hizo un gesto encanta, ya le pedi a alguien que te lo comprara.”
a Ainhoa señalando su barbilla; “Ese pastel que te
Ainhoa no le prestó mucha atención; solo lo consideró un gesto amable del maestro Azai. Media hora más tarde, la puerta del salón privado se abrió. Enzo entró con una caja de pastel de mousse en la mano. El hombre tenía un semblante indiferente y solo se detuvo en Ainhoa por un instante antes de apartar la vista, sin rastro de emoción en sus ojos.
Camino con sus largas piernas hacia el maestro Azai y dijo con voz grave: “A tu edad todavía te gustan los dulces, ¿no temes la diabetes?”
El maestro Azai tomó la caja de pastel de sus manos y le lanzó una mirada severa diciendo: “¿Acaso no puedo ofrecer un regalo?”
Puso el pastel frente a Ainhoa y le dijo sonriendo: “Come, niña, es tu favorito.”
Enzo miró a Ainhoa con indiferencia, Ella parecía no reconocerlo en absoluto. Desde que él entró, ella solo le habia dirigido una mirada distante.
Enzo no pudo evitar sonreir ligeramente y pregunto: “¿Y estos dos son…?”
Azai contestó: “Son mis dos discipulos más cercanos, esta ha estado en Australia durante tres años y se ha convertido en una abogada de oro, y esta fue la Reina de belleza reconocida de nuestra universidad cuando era estudiante. Si ella entrara en el mundo juridico, seguro que dominaria.”
Enzo asintió levemente, su voz tan serena como siempre: La Complutense realmente produce talentos, mi secretaria también se graduó de allí, ¿cómo se llamaba…?”
Hizo una pausa a propósito, lanzando una mirada casual hacia Ainhoa, quería ver su reacción; justo cuando estaba a punto de decir el nombre de Ainhoa, alguien le pellizcó el muslo. Una sonrisa fugaz aparecio en las comisuras de los labios de Enzo. Agarró la mano inquieta en la suya y jugueteó con ella
despreocupadamente.
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LUC 44
Su voz se volvió un poco más ronca: “Me olvidé del nombre, pero en general también es bastante buena.”
El maestro Azai se rio orgulloso: “Claro que sí, nuestros estudiantes de Derecho, no importa dónde trabajen, siempre son de primera. Es una lástima por mi niña aquí presente, que eligió mal.”
Al oir eso, Ainhoa se tenso. Justo cuando estaba a punto de hablar, Enzo le agarró la muñeca con fuerza. El hombre escribió una palabra suavemente en la palma de su mano.
“Tranquila“.