Chapter Ultimas 98
Capítulo 98
A duras penas llegué a la casa del vecino, quien resultó ser muy amistoso y su casa, un pequeño segundo piso, también era bastante agradable. Pero
desafortunadamente, me enfermé.
Ya de por sí era de constitución débil, y sumado al cansancio de los últimos días, desarrollé una fiebre que no cedía y me dejaba confundida.
Jonathan me llamó, pero fue Olivia quien contestó. No sé qué le dijo, solo sé que él se quedó muy preocupado.
Dos días después, cuando la lluvia cesó, todavía tenía algo de fiebre, así que Cristian me llevó directamente en un tractor.
“Primero hay que ir al hospital para que te pongan una inyección, si no, vas a delirar de la fiebre.”
Él y el vecino me prestaron un abrigo militar, me envolvieron en él y me sostuvieron en sus brazos. Levanté la cabeza para mirar su perfil y, de repente, pensé en Jonathan. Cuando estaba en tercer año, me desmayé después de tres días seguidos desvelándome escribiendo un ensayo.
Entre brumas, lo vi cargándome, corriendo apresuradamente hacia la enfermería.
En ese momento, vi nuevamente la cara preocupada de Jonathan. Extendí la mano, toqué su barbilla y susurré: “Jonathan, deberías afeitarte, te ves… feo…”
El brazo que me sostenía titubeó por un momento, y luego me apretó más fuerte.
Cuando desperté, me encontré mirando una pared algo desgastada, sintiéndome algo confundida por un momento.
En el momento en el que vi a Cristian, con su barbilla cubierta de barba y ojeras bajo sus ojos, recordé dónde estaba.
“¿Qué me pasó?”
“Tuviste una fiebre causada por tu debilidad física. Si quieres que te pase por tercera vez, sigue esforzándote así.”
Me procion
de vuelta a la cama con poca paciencia y me cubrió con la manta. Un doctor algo calvo entró, me hizo un chequeo rápido y luego miró a Cristian con seriedad.
“Tu esposa ya se ha sometido a dos cirugías, ¿no podrías dejar que descanse en casa? Viendo lo bien que te ves, pareces tener dinero, no la hagas trabajar más.”
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Capitulo 96
Estuve a punto de explicar la situación, pero Cristian se levantó e hizo una pequeña reverencia.
“Lo siento, fue mi culpa, no debería haberla hecho trabajar tanto.”
La cara seria del doctor finalmente se suavizó con una sonrisa. “Una recaída no es algo menor. Aquí solo podemos ponerte inyecciones, si necesitas un examen completo, tendrás que ir a una ciudad grande.”
Luego me miró, “Puedo decir que eres una mujer fuerte a la que le gusta trabajar, pero ¿qué es más importante, tu trabajo o tu vida? Desde hoy, descansa bien y no vayas a trabajar.”
El doctor del pueblo tenía un sentido humano muy cálido. A pesar de ser serio, no escatimó en consejos y hasta compartió conmigo un poco de las alitas de pollo que su esposa le había preparado, diciendo que necesitaba proteínas.
Miré lo que me había ofrecido con algo de dificultad para tragar, mientras Cristian, quien estaba a mi lado, no pudo contener la risa.
“¿No quieres comer?”
“Mejor cómelo tú.” Dije mirándolo algo apenada.
Él, sin hacerle asco, se puso unos guantes, peló la piel y me pasó algo de carne.
En ese momento lo miré algo atónita.
“Sé que no comes la piel del pollo, solo come esto.”
Con algo de vergüenza lo acepté y comi de a pequeños bocados.
Cristian tampoco le hizo asco y comenzó a comer él también.
Pero cuando se mencionó la cuestión del transporte de materiales, me encontré
con un problema.
“Ayudaré a pagar el transporte de los materiales, que Jonathan me pague luego está bien. Pero, con tu estado, ¿no deberías decirselo?”
Cuando Cristian terminó de comer, comenzó a limpiar.
Sin embargo, negué con la cabeza, “Cris, no le digas, simplemente menciónale que sigo supervisando el sitio.”
Él no dijo más, y una vez que se aseguró de que estaba bien, al día siguiente. comenzó a contactar camiones para el transporte de mercancías.
Yo, por mi parte, le mandé un video a Jonathan.
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Solo mencioné que la señal era mala debido a la lluvia y que tenía algo de fiebre. Él se preocupó de inmediato, sin reprocharme nada por estar sola con Cristian.
“¿Quieres que vaya? Estoy muy preocupado por ti.”
“No es necesario, estaré supervisando el trabajo unos días más y luego volveré, no te preocupes.”
Parecía que nuestra relación había vuelto a ser como cuando nos habíamos
casado.
Aunque no era lo mejor, podríamos convivir en paz.
Pero en ese momento Miriam apareció en la cámara, otra vez en la casa que compartía con Jonathan, y mi cara se enfrió completamente.
“Jon, ¿dónde compraste esos pastelillos de huevo la última vez? ¿Sabes? Me da que el bebé en mi vientre también quiere comerlos.”
Ella miró a Jonathan con una cara coqueta y luego me miró a mí a través del
teléfono.
“Iris, escuché que fuiste a Tecate, ¿y encima con el señor Gómez? No es de extrañar que tardes tanto en volver.”
Sin más, colgué la videollamada. Sin importar cuántas explicaciones me mandó Jonathan por WhatsApp, no respondí, ni tampoco contesté sus llamadas..
En ese momento me sentí algo sofocada, pero también tenía en claro que en ese momento Miriam era el tesoro de la familia Vargas, y que Jonathan tenía que complacerla.
Cerré los ojos suavemente y tomé unas cuantas respiraciones profundas, lo que me hizo sentir un poco mejor. Que ella estuviera por tener un hijo no
necesariamente significaba que se irá, eso también podría marcar el momento de
mi divorcio.
Pensé que en Tecate solo tendría que preocuparme por el trabajo, pero durante dos días consecutivos noté que alguien rondó sospechosamente por la puerta de mi habitación. Al principio no le di importancia a esa enfermera, pero al tercer día apareció de nuevo, y esa vez, se acercó con un carrito para ponerme una inyección, ahí fue cuando comencé a alertarme.
“¿Hoy no viene Natalia?” Pregunté mirándola con cierta sospecha, y ella, detrás de sus lentes, se mostró algo nerviosa.
“Na… Natalia hoy tuvo un compromiso, yo, yo vine a cubrir su turno.”
Capitulo 98
Ella tomó mi mano y la palmeó, en ese momento, noté que la mano con la que sostenía la aguja estaba temblando.
De repente, alguien agarró su mano. Cristian la miró furiosamente y le preguntó, “¡Detente! ¿Quién eres tú en realidad?”