Chapter Ultimas 27
Capítulo 27
Anteriormente realmente esperaba sus llamadas.
Por el contrario, en aquel momento, ver Jonathan” en la pantalla del celular, me irritaba la vista.
Pero pensando en los proyectos que tenía entre manos, decidí volver a la oficina.
Al llegar a su oficina, vi a Miriam saliendo con los ojos rojos de tanto llorar.
Al verme, me lanzó una mirada furiosa. Yo, sin entender, levanté una ceja y entré, “¿Querías verme?”
Quizás porque notó mi cabello corto, se quedó pensativo por un momento y sin darse cuenta, preguntó: “¿Por qué te cortaste el pelo?”
Como no quise responderle, pregunté de nuevo, “¿Querías algo?”
“Esta noche tengo una cena familiar, vendrás conmigo.”
Jonathan se frotaba la frente con dolor, pero sus ojos reflejaban rechazo.
Él era uno de los Vargas, pero siempre se sintió fuera de lugar entre ellos.
Antes solo sabía que era huérfano y que su abuela lo había adoptado, luego, fueron las personas del pueblo quienes lo ayudaron a tramitar su
documentación.
Si no fuera por sus excelentes calificaciones, quizás nunca habría salido de ese pequeño pueblo. Pero siempre tuvo un aire diferente al del pueblo, y fue eso lo que me atrajo de él.
Justo cuando atravesaba su momento más difícil, cuando parecía no tener salida, se reveló su verdadera identidad.
De hecho, fue tres meses después de que nos separáramos para que yo fuera a Estados Unidos, cuando los Vargas lo reconocieron como uno de los suyos.
Quizás fue el destino jugando sus cartas, ya que su abuela enfermó
gravemente del corazón, y él tuvo que dividir su tiempo entre el hospital y el
L
trabajo.
En ese entonces, él era solo un programador sin mucho dinero.
Yo ya había tenido mi primer episodio de cáncer, y mi familia atravesaba una crisis económica.
Mi situación no era buena, como el cáncer se extendía rápidamente, mi madre, entre lágrimas, decidió mandarme a Estados Unidos.
Antes de irme, me pidió que terminara con Jonathan.
Llorando, le supliqué, “Mamá, él no me despreciará, me ama demasiado, no me dejará por tener cáncer.”
Pero ella negó con la cabeza, llena de tristeza.
“Ingenua, su abuela está muy enferma, y nuestra familia no está en buenas condiciones, los activos de la empresa están congelados, debes irte a Estados Unidos ahora ya.”
En ese momento me negué a terminar con Jonathan.
Pero cuando mi madre me reveló la verdad, tuve que ceder, ya que mi abuela y dos tías murieron de cáncer.
En ese momento, no sabía que mi madre también había sido diagnosticada, y que por eso estaba tan desesperada.
“Iris, aunque esta enfermedad no es 100% hereditaria, mira nuestra situación familiar… Sé que Jonathan es un buen chico, también sé que lo amas, pero no quiero que después se reprochen el uno al otro, ¿entiendes? Si lo involucras ahora, ¿qué será de su futuro? ¿Habrá futuro?”
Las palabras de mi madre me dejaron sin respuesta.
Quizás Jonathan no me despreciaría, pero ¿y si nuestros hijos también padecían esa enfermedad?
No podía soportar la idea de que él me odiara al conocer la verdad.
Siempre había anhelado tener una familia, no quería destruir su último deseo.
Solo tenía 20 años, nunca pensé que podría morir.
No sé cuántos días lloré, hasta que las personas comenzó a ir a nuestra casa a cobrar deudas. Fue entonces cuando, bajo la organización de mi madre, sall del México.
Pero antes de irme, le di a Jonathan, a través de una amiga, el collar de diamantes rosas de mi abuela, para que lo vendiera y pagara el tratamiento de la suya.
Si se lo daba directamente, seguro que no lo aceptaría, ya que nuestra separación había sido tormentosa.
Incluso mi madre lo insultó en la cara, diciéndole que solo buscaba nuestro
dinero.
Jonathan, siempre orgulloso, esperó tres días en nuestra villa, hasta que la notícia de que me fui con un rico heredero a Seattle se esparció, solo entonces, se fue.
Fue en el hospital donde estaba su abuela que conoció a su abuelo biológico.
En ese momento, Mohamed necesitaba urgentemente un trasplante de médula ósea para sobrevivir. Jonathan solo se había hecho la prueba por solidaridad, por lo que nunca imaginó que sería compatible.
Después de la operación, el hombre insistió en agradecerle personalmente. Quizás por ese sexto sentido que existe entre los parientes, cuando lo vio en el hospital, supo de inmediato que Jonathan era de su sangre.
Posteriormente, una prueba de ADN confirmó la identidad de Jonathan. Más tarde, al casarme con Jonathan y visitar a la familia Vargas en reiteradas oportunidades, me enteré de que sus padres habían desaparecido hace veinte años.
Cuando él tenía tres años, toda la familia fue a una excursión en la montaña, y desde entonces, no se supo más nada de ellos.
Aunque los secuestradores llamaron pidiendo rescate y la familia Vargas pagó el dinero, después de eso no volvieron a tener noticias.
Todos pensaron que los secuestradora hablan nombado con ellos, asi que fue una sorpresa volver a ver a Jonathan después de tantos años Pern también, debido a la larga separación, Mohamad teniendo solo a 868 nieto, la aparición de Jonathan cambió la dinámica de la familia de una manera sutil.
Jonathan detestaba tener que fingir cordialidad con ellos, así que después de casarnos, me dejó a mí la tarea de tener que tratar con ellos.
El solo me acompañaba, quedándose a un lado como si fuera un accesorio
más.
Cada vez que volvia a la casa familiar, lo hacía con impaciencia, tal como en ese momento, Golpeó la mesa con desdón y me miró, diciendo seriamente, “Recuerda la hora, ve tú sola.”
Viendo la dirección en la que se fue, lo entendi todo. No era de extrañar que Miriam hubiera salido corriendo llorando hace un momento, después de todo, aún era la señora Vargas de nombre, y ella no tiene lugar en esas reuniones familiares.
Pero ella tampoco salió perdiendo, ¿no es así? Después de todo, Jonathan iría a consolarla.
Pensando en la cara que ponía cuando estaba con esa familia, también empecé a desanimarme. Pero al pensar en Mohamed, que siempre fue bueno conmigo, decidí reponerme y asistir por respeto