Chapter Ultimas 114
Capítulo 114
La policía no había podido encontrarla, pero había aparecido en frente mío así como si nada, y encima, me había secuestrado.
Quizás sintió mi mirada, porque Miriam, quien estaba sentada en el asiento del copiloto, se volvió hacia mí.
“¿Ya despertaste? Vaya metabolismo que tienes.”
Me miró con una sonrisa irónica, el auto se sacudió y yo empecé a sentir náuseas.
“¡Para el auto, para ya! ¡Me siento fatal!”
En ese momento terminé vomitando lo que había comido, berenjenas.
Miriam me arrastró fuera del auto con desdén, y luego miró al conductor.
“¿Le pusiste demasiada droga a la comida?”
“No, seguí la dosis al pie de la letra, ¿habrá efectos secundarios por mezclar dos
tipos diferentes?”
El conductor era el mismo chico que me había llevado la fruta a mi casa, resultó ser que esos dos usaron dos tipos de drogas por si una no funcionaba.
Después de vomitar hasta quedarme limpia, me arrastraron de nuevo al auto.
Finalmente, el vehículo se detuvo en lo que parecía ser una obra en construcción, luego, el hombre me arrastró hacia una caseta de metal donde me tiró al suelo.
“Tú vuelve, trae algo de comer, ella aún no puede morir.” Dijo Miriam haciéndole un gesto con la mano.
Luego se agachó frente a mí, agarrando mi barbilla, “Tsk tsk, mira cómo estás de delgada, ¿qué tienes de bonita? No entiendo qué ve Jonathan en ti, ¿tanto te ama? Jajaja.”
Miriam tenía una expresión feroz, sin un ápice de color en su rostro.
Acababa de tener un aborto y en lugar de descansar, ¿había ido a secuestrarme? De verdad que no pude entenderlo.
Al ver que no le respondí, no se enojó, sino que la sonrisa en sus ojos se volvió más evidente.
“Si dices que ni siquiera amas a Jonathan, ¿por qué no te divorcias? O mejor aún, nunca deberías haberte casado, ¿por qué te casaste con él? Pero todo lo que me
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pasó fue gracias a ti, de otra forma ¿cómo se hubiera fijado Jonathan en mí?”
En ese momento la miré detenidamente, sin maquillaje, no se parecía tanto a mí. Al parecer, desde la primera vez que la vi, había estado tratando de imitarme. Pero, ¿quién la había mandado a hacerlo?
“Jonathan y yo estamos a punto de divorciarnos, ya firmamos el acuerdo de divorcio.”
“¡Imposible!”
De repente se volvió loca, y agarró mi cuello con fuerza.
“Iris, no me mientas, ¿te vas a divorciar de él? Amas demasiado el dinero, ¿cómo podrías hacer algo así?”
“¿No viste el acuerdo de divorcio? Si él no se divorció de mí, fue solo porque estabas embarazada, no quería que cargaras con el estigma de ser la otra.”
En ese momento, le agradecí a Estrella, si no haber sido porque vi varios dramas con ella, en ese momento, no hubiese sabido qué hacer.
Efectivamente, la expresión de Miriam cambió, “No, imposible.”
“La familia Vargas no puede tener una esposa que sea vista como la otra, así que él quiso esperar a que el bebé naciera para que su abuelo no tuviera nada que decir. Sabes, nosotros dos ya no estábamos juntos, ¿no es así?”
Miriam siempre creyó que Jonathan la amaba, esa era mi mayor carta para protegerme.
“Si no me haces nada, serás la señora Vargas, él te ama, ¿verdad?”
Pensé que con eso me aseguraría mi libertad, o que al menos, no me haría daño.
Pero lo que nunca me esperé, fue que al siguiente segundo explotara de ira.
“¿Él me ama? ¡Nunca me ha amado! ¡Solo ama a una versión de mí que se parece a ti!”
Dijo casi gritando, y en ese momento, yo también me quedé confundida.
La Miriam que conocía ya no se parecía en nada a mí, ¿por qué pensaría eso?
Ella se rio de sí misma, la risa se hizo más y más fuerte, y luego se detuvo bruscamente, mirándome con odio, “¡Jonathan siempre te ha amado solo a ti! ¡Yo no fui más que un reemplazo, un reemplazo!”