Chapter Capítulo 79
Capítulo 79
–No, no necesito ayuda ––contestó Anastasia mientras fruncía.
Elias regresó a sentarse al sillón. Se mantuvo mirando de reojo a la cocina, mientras ella preparaba la cena para tres.
En ese momento, de alguna forma, sintió que corría una energía dentro del departamento, la cual le eliminaba el cansancio y le
permitía relajarse. Anastasia preparó en una hora: el platillo favorito de Alejandro de hongos y pollo, muchos platillos de verdura
s y una sopa de maíz. Por su parte, Elías permaneció en el sillón durante ese tiempo, observándola y sintiendo que nunca se ca
nsaría de esa vista, no importa cuánto durase ahí.
«¿Qué me sucede?».
Alejandro había permanecido en su cuarto todo ese tiempo intencionalmente, puesto que quería darle algo de privacidad a Elías
y su madre, con la finalidad de que se hicieran cercanos. En el fondo, quería que Elías fuese su papá algún día. A pesar de ten
er una corta edad, él podía
ver que, para su mamá, Miguel no era más que un amigo y pensaba que ella no tenía ninguna intención de casarse con él, por l
o que quería ver si ella se podía terminar enamorándose de Elías.
– Hora de cenar.
Anastasia sirvió la cena y, después de mirar con frialdad al hombre en su sillón, que, por cierto, lucía elegante y atractivo, se diri
gió al cuarto de su hijo para avisarle también. Alejandro abrió su puerta y miró hacia Elías.
–Señor Palomares, ihay que lavarnos las manos, juntos!
–Claro.
Elías acompañó a Alejandro al baño y se aseguró que se limpiara bien las manos. Después se dirigieron a la mesa, en donde vi
eron todos los platillos deliciosos sobre ella. A pesar de que todos eran caseros, los encontró mucho más apetitosos que la comi
da que servirían en un restaurante de cinco estrellas.
Por su parte, Anastasia se limpiaba las manos y salía de la cocina. En la sala miró que los
otros dos ya estaban listos. Ella comenzó a comer solo hasta que se aseguró que su hijo podía tomar los platos y servirse, aunq
ue Alejandro sirvió primero algunos platillos a Elías.
–Pruébelo, señor Palomares. ¿Qué opina de la comida de mi mamá? —preguntó.
–No está mal.
–Entonces debería venir más seguido a cenar con nosotros.
– Claro! –concordó Elias casi de inmediato.
««Qué le ocurre a mi hijo? ¿Por qué está haciendo mi vida tan dificil? Ya es suficiente cansado llegar de trabajar todo el día, ¿y
ahora se supone que tengo que cocinar para una persona más? Ni en sueños haría eso» pensó Anastasia, extrañada por compl
eto por las acciones de su hijo.
–Señor Palomares, ¿puede darle un aumento a mi mamá?
El niño miró hacia él con una sonrisa en toda su expresión. Al escucharlo, Anastasia paró de comer y se quedó mirando a Elías,
quien estaba sentando delante de ella. Se preguntó si en verdad le daría el aumento. El
hombre no tardó en voltear hacia Alejandro y responder:
––Claro. Le daré el aumento mañana mismo.
Anastasia recapacitó y recordó que el día siguiente era el día 15 del mes, por lo que era día de paga. Ante eso, se preguntó si E
lías en verdad le subiría el sueldo. Una vez terminaron de comer, Anastasia comenzó a
lavar los platos, mientras Alejandro se llevó a Elías a su cuarto para que jugaran juntos. Para
cuando eran las 8:30 de la tarde, la madre se dirigió al hombre en la cama de su hijo y le proporcionó la hora, indicando de form
a implícita que debería retirarse.
–Se hace tarde, presidente Palomares.
–Muy bien, es hora de irme –comentó Elías mientras acariciaba la cabeza de Alejandro.
– iLo veré en el programa de padres e hijos, señor Palomares!
–¡Claro! Ahí estaré –prometió Elías.
Al salir, Anastasia apuntó hacia una bolsa de basura y dijo:
–Presidente Palomares, por favor, saque la basura por mí. El basurero está a un lado de la entrada.
A pesar de su posición como el gran hijo de la familia Palomares, Elías tomó la basura sin quejarse, lo que enterneció un poco a
Bueno, supongo que sí es una persona amable, aunque puede llegar a ser un tanto dominante de vez en cuando»