Chapter Tras mi renuncia el CEO luchó por mi amor Capítulo 46
Capítulo46 La reputación es muy importante
-¡Rápido, den espacio, tal vez está enferma!
-Sinvergüenza, subió de posición por dinero, ¡qué sinvergüenza!
-¡Fuera! ¡Todos, lárguense! -de repente, un grito desgarrador de Laura resonó desde dentro de la habitación.
Ximena logró recuperar algo de claridad en su mente y se abrió paso entre la multitud, empujando la puerta para entrar en la habitación.
La habitación estaba hecha un desastre, con vidrios rotos esparcidos por todas partes.
Ximena sintió un nudo en la garganta, y hasta tragar saliva le resultaba
extremadamente difícil. Sus ojos se posaron lentamente en Laura, quien estaba sentada en la cama, con el rostro pálido y jadeando pesadamente.
Las lágrimas comenzaron a girar en sus ojos.
-Mamá…
No me llames–gritó Laura, con los ojos llenos de rabia.
Ximena tembló y trató de calmarla.
-Mamá, por favor, no te enojes. Escucha, déjame explicarte, ¿está bien?
Laura, con el rostro lleno de lágrimas, señaló acusadoramente a Ximena. -¿Por qué hiciste esto? ¡¿Por qué?!
Las lágrimas de Ximena comenzaron a caer.
-Mamá, no es como piensas. Por favor, cálmate. Permíteme explicarte.
-¡¿Por qué, Ximena?!
A medio camino de su explicación, Laura de repente rodó los ojos y se desplomó pesadamente al suelo..
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-¡Mamá! -Ximena se apresuró a atrapar el cuerpo de Laura y gritó
desesperadamente hacia afuera-: ¡Enfermera! ¡Enfermera! ¡Ayuda a mi madre! Rápidamente, una enfermera entró en la habitación. En menos de dos minutos, un médico llegó corriendo.
Empujaron a Ximena fuera de la habitación y comenzaron a administrarle atención de emergencia a Laura.
La multitud ruidosa que antes estaba afuera de la habitación ahora había desaparecido por completo. El pasillo estaba vacío y tranquilo, pero esa tranquilidad parecía una pesada opresión en el aire.
Ximena se dejó caer en un banco largo fuera de la habitación, mirando fijamente a la distancia. Se culpaba a sí misma por no haber detectado nada fuera de lo común y no
y no haber estado allí antes. ¿Podría haber evitado que esto sucediera si hubiera estado alerta anoche? ¿Por qué no lo había notado antes? La última vez alguien intentó matarla y nunca fue atrapado, evidentemente habría más intentos. Ella había sido tan descuidada, dándoles una oportunidad.
Ximena se abrazó a sí misma, tratando de mantener la calma, pero su mente
estaba en caos.
El sonido apresurado de pasos resonó en el pasillo y un par de zapatos de cuero negro apareció en la vista de Ximena.
-Ximena, lo siento, llegué tarde.
La voz preocupada de Samuel resonó desde arriba. Ximena levantó la mirada de manera aturdida, sus ojos inyectados en sangre hacían fruncir el ceño a Samuel. -Doctor Fonseca… -Ximena habló con voz temblorosa, casi ronca. Extendió la mano y agarró fuertemente el pantalón de Samuel-. Te lo ruego, por favor, ¿ puedes entrar y ayudar a mi madre?
Samuel apretó los labios y se quitó el abrigo que llevaba puesto para ponerlo sobre los hombros de Ximena.
-No te preocupes, haré todo lo posible para ayudar a tu madre. Pero prométeme que no te dejarás llevar por pensamientos negativos, ¿de acuerdo?
Ximena asintió con fuerza.
-De acuerdo…
Samuel se dio la vuelta y entró en la habitación. Cuando abrió la puerta, Ximena pudo escuchar claramente el sonido frenético de los dispositivos médicos. El miedo la envolvió una vez más. 1
Media hora después, la puerta de la sala se abrió. Varias enfermeras y médicos salieron de la habitación. Ximena se acercó rápidamente y preguntó:
-Doctor, ¿cómo está mi madre?
El médico principal negó con la cabeza y dijo con pesar:
-Ve a verla por última vez, hicimos todo lo que pudimos.
Ximena se quedó paralizada, toda su fuerza la abandonó en un instante. Se apoyo.. en la pared y dio pasos débiles hacia la habitación. Con una mirada, vio a su madre con una máscara de oxígeno y la cara descolorida.
Samuel estaba sentado junto a la cama, mirándola con culpa. Se levantó y, con la cabeza baja, dijo: -Lo siento, Ximena.
Ximena no dijo nada, se acercó y se sentó junto a la cama. Miró el rostro hundido de su madre, sintiendo un dolor inmenso. Luchó contra las lágrimas que amenazaban con caer y tomó la mano de Laura, que se enfriaba gradualmente, y la colo suavemente en su mejilla mientras le susurraba:
-Mamá, ¿puedes escucharme?
Laura movió ligeramente las cejas y sus ojos lucharon por abrirse un poco. Cuando vio a Ximena, las lágrimas brotaron en las esquinas de sus ojos. Hizo un gesto para que le quitaran la máscara de oxígeno.
Ximena miró a Samuel y él asintió en señal de acuerdo. Ximena, temblando, retiró la máscara de oxígeno y la débil voz de Laura se hizo oír.
Xime…
Ximena asintió enérgicamente.
-Xime, no te conviertas en una amante. La reputación de una mujer es muy importante en su vida.
Los labios de Ximena temblaron al responder:
-Entiendo, mamá. Te haré caso.
Laura cerró los ojos y tiró débilmente de las comisuras de sus labios.
-En esta vida, tenerte a mi lado es suficiente para mí.
Ximena se mordió los labios con fuerza, las lágrimas corrían incontrolablemente.
-Por favor, mamá, te lo ruego. Puede que tú estés contenta, pero yo no lo estoy. Quiero que estés conmigo. He planeado todo. Una vez que salgas del hospital, nos iremos de este lugar.
-Es demasiado tarde… Es demasiado tarde…
La respiración de Laura se hizo más débil.
-Xime… En realidad, tú no eres… no eres mi…?
Capítulo47 No te enojes con él