Chapter Capítulo 99
Capítulo 99 Mantente alejado
-Nada–respondió sonriendo luego de encogerse de hombros-. Solo analicé lo ocurrido desde tu perspectiva, así que ahora entiendo por qué me culpas. Es por lo mucho que la amas.
-¿Entonces? -Alejando la miraba fijo y de manera mordaz al mismo tiempo que apretaba los dientes.
-Quiero decir que para ti, ella es lo más importante de tu vida -dijo e hizo una breve pausa- Así que, creo que yo haría lo mismo si fuera tú.
Victoria no había pasado por una situación en la que necesitó que la rescataran; por lo tanto, no había experimentado esa desesperación. En cambio, lo único que podía hacer era ponerse en el lugar de Alejandro e imaginarse a sí misma en esa situación, aunque no pudiera sentir lo mismo
que
él. Después de todo, comprendió que era fácil para Alejandro enamorarse de alguien que lo había salvado en una situación de vida o muerte.
-¿Tú qué harías? -preguntó molesto-. Estás convencida de que iba a culparte, ¿no?
-Eso ya no importa -dijo y bajó la mirada.
“Lo que en verdad importa es lo que vi ayer. Debería haberme dado cuenta antes; si en verdad no lo quisiera, habría dejado de amarlo después de lo que sucedió ese día. Victoria estaba muy tranquila mientras recorría distintas tiendas durante el día, pero en su interior, solo pensaba en alejarse de Alejandro en cuanto operaran a la abuela.
-¿Es en serio? -preguntó con los labios fruncidos y volvió a observar la ropa que ella había comprado; ya no le brillaban los ojos-. De acuerdo; entonces olvídalo si ya no te importa.
“¿Qué puedo hacer más que olvidar el asunto y continuar?». Victoria continuó de pie en el lugar un momento y, cuando levantó la mirada, Alejandro se habia ido. Parpadeó varias veces y bajó las escaleras con el cesto.
Desde aquel día, Alejandro y Victoria tuvieron una gran relación y se comportaban como solian hacerlo antes; Alejandro era indiferente y no volvió a mencionar lo que sucedió aquel día mientras que Victoria se comportaba con él del mismo modo que antes de que Claudia regresara del extranjero. Cuando Alejandro se despertaba en la mañana, ella lo ayudaba a colocarse la corbata; cuando iban a comer, ella le servía su plato. También, cuando iba a bañarse, ella le preparaba el baño. Victoria hizo todo lo que una esposa obediente haría y las personas pensaban que eran una pareja adorable y que se amaban; incluso el mayordomo, que pensó que se habian reconciliado.
No obstante, Alejandro y Victoria eran los únicos que sabían que estaban fingiendo. Después de todo, ella lo había hecho tan bien que parecía una actriz; si no fuera por la mirada de decepción, Alejandro habría creído que se habían reconciliado al igual que el resto de las personas. Ese día, Alejandro se puso su abrigo y la corbata, pero antes de que pudiera ajustarla, escuchó a Victoria.
-Alejandro, esa corbata no combina con la camisa.
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El hombre se detuvo al escucharla y la miró; como no había nadie más allí, la observó atónito como si fuera una extraña. No obstante, parecía que a Victoria no le importaba, se puso de pie y buscó otra corbata para él.
-Esta se verá mejor con esa camisa.
Al tener una expresión apática cuando agarró la que le ofreció, ella se la sacó y se dispuso a colocársela.
-Permiteme.
-De acuerdo -dijo de manera sarcástica.
La joven se puso en puntas de pie para colocarla; mientras más se acercaban, Alejandro observaba el bello rostro de la joven, la piel suave y los labios hermosos, aunque intentaba disimular. Al mismo tiempo, percibía el aroma delicado que le provocaba que comenzara a recordar. Sabía que Victoria no usaba perfume por lo que ese aroma era el de su cuerpo y el champú. De repente, tuvo el deseo de abrazarla; después de todo, él siempre lo hacía, pero, justo cuando iba a hacerlo, Victoria se alejó.
-Listo.
Alejandro se angustió demasiado y todo el amor que sentía por la joven se desvaneció en ese
momento.
-Debe haber sido dificil fingir todo este tiempo -dijo con indiferencia mientras sonreía.
-En realidad no; es lo que debo hacer -respondió sonriendo.
Mientras el hombre se angustiaba por lo que acababa de responder, dejó de mirarla y se retiró inexpresivo de la habitación.
-Espera -dijo Victoria. Alejandro se detuvo sin siquiera voltearse porque queria saber qué iba a decirle―. En cuanto al estado de salud de la abuela, el doctor te ha contactado o informado algún avance? -pregunto luego de dudar un momento.
Primero, creyó que Victoria estaba preocupada por la abuela, pero cuando notó la manera en la que le preguntó, comprendió qué quería saber en realidad.
-¿Tienes apuro? -preguntó con sarcasmo.
A pesar de que era agresivo, ella no se molestó.
-No, pero me preocupa su salud y que su tratamiento sea muy extenso comentó apática.
-En verdad te preocupa su salud? -dijo con indiferencia mientras la miraba—. ¿Temes no poder hacer lo que quieres? ¿Tan desesperada estás por alejarte de mi, Victoria? -La joven no respondía y él continuó provocándola-. La última vez fue Noel; ¿ahora quién es? ¿Bautista?
“¿Qué?». Victoria no podía creer que nombró a ese hombre; después de todo, Noel era el joven
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