Todo Por Amor By Victoria Selva Novel

Chapter Capítulo 6



Capítulo 6 Pasarle el paño por el cuerpo

«¿Melodramática?». Victoria hizo una pausa y se rio por lo bajo después de un momento. —Por supuesto, no puedo igualar la consideración de Claudia hacia los demás —dijo antes de que pudiera pensarlo dos veces. Alejandro se quedó pasmado y ella también. «¿Qué estoy diciendo?». Mientras la joven se arrepentía de haber dicho algo equivocado, él levantó el mentón y la miró. Luego, entrecerró los ojos y a su vez se mostró perspicaz. —¿Estás celosa de ella? Victoria enarcó las cejas. Se sintió un poco inquieta y quiso apartarle la mano. —¿Qué tonterías dices? Sin embargo, ella no tenía fuerza en las manos y, cuando trató de empujarlo, su movimiento fue débil. Eso hizo que él elevara las cejas y le sujetara la muñeca, divertido. —¿Estás tan débil? —¡Tú lo estás! —replicó Victoria y luego retiró la mano. Como empleó demasiada fuerza, cayó hacia atrás sobre el sofá y no pudo levantarse; estaba demasiado débil. Alejandro se quedó allí, mirándola con una expresión incómoda. Entonces, fue al baño, cargó una vasija de plástico con agua y volvió con un paño. Después, colocó todo en la silla junto a ella, empapó el trapo en agua fría, lo escurrió y se la pasó por la frente. —¿Qué haces? Al verlo acercarse con el paño, se apartó de manera instintiva. No obstante, él la agarró del hombro y frunció el ceño. —No te muevas; te estoy bajando la fiebre. Ella quiso negarse, pero cuando le tocó la frente con el paño, una sensación de frío la invadió y no pudo decir que no. La temperatura corporal de la joven era alta, así que era mejor bajársela; al fin y al cabo, solo se trataba de refrescarle el cuerpo. Al pensar en eso, Victoria le dejó hacer lo que quisiera. Alejandro le secó el sudor de la frente y luego le limpió las mejillas. Mientras lo hacía, un pensamiento cruzó su mente, por lo que curvó los labios y dijo en voz baja: —Victoria, eres especial. Oírlo hizo que ella parpadeara sorprendida. —¿Qué? En ese momento, tenía la mirada tan profunda. —¿Por qué te haces la tonta? Es la primera vez que hago esto por otros, así que en verdad eres especial —dijo tras resoplar. Tras eso, Alejandro movió la mano sobre el hombro de ella hasta el cuello de la camisa y tiró de él para abrirlo, por lo que quedó al descubierto su piel blanca y delicada. Acto seguido, le introdujo el paño húmedo. En ese instante, el rostro de Victoria cambió ligeramente y le agarró la mano. —¿Qué haces? —Te estoy pasando el paño —respondió él con rectitud. Sin embargo, ella, ansiosa y avergonzada, tiró el cuello hacia atrás. —No, puedo hacerlo sola. Sin embargo, él miró sus movimientos y poco a poco frunció el ceño. —¿Por qué te enfadas conmigo? No movió la mano y seguía sosteniendo el paño húmedo sobre su pecho. Desde cierto ángulo, parecía que el hombre estaba… Si alguien más viera eso… —No estoy molesta contigo. Puedo hacerlo sola. Él todavía tenía el ceño fruncido; parecía disgustado mientras la miraba fijo. —¿Eres…? —Empezó. ¡Bam! Antes de que pudiera terminar de hablar, se oyó un fuerte ruido al otro lado de la puerta. Alejandro y Victoria miraron hacia allí y vieron a Claudia que recogía de manera frenética algunos artículos del suelo. La mano del hombre se quedó en el aire y la retiró al cabo de un momento, impávido. Victoria, por su parte, solo se quedó allí, apenas sonriendo. Mientras tanto, Claudia recogió rápido los objetos y entró sonriendo con amabilidad ante ellos como si nada hubiera ocurrido. —Se me cayó esto porque no lo estaba sujetando bien. No los asusté, ¿verdad? —dijo. Él frunció los labios y estuvo a punto de hablar, pero Claudia se acercó a él y le tendió la mano. —Deja que lo haga yo. —Entonces, él no dijo nada y le entregó el paño húmedo—. Domingo ya me lo explicó todo, así que puedes dejar que me encargue de Victoria. No te preocupes, cuidaré bien de ella —agregó. Al oír eso, Alejandro miró a Victoria, que estaba acostada inmóvil en la cama, antes de asentir. —De acuerdo. Enseguida salió de la habitación y cerró la puerta tras de sí. El lugar quedó en silencio momentáneamente antes de que Claudia enjuagara el paño de nuevo y caminara hacia ella. —Victoria, deja que te ayude a pasártelo por el cuerpo —le dijo con suavidad. Esta estaba demasiado débil para hacerlo por sí misma. —¿No deberíamos llamar a una enfermera? Esto es un gran problema para ti —sugirió. Claudia sonrió con delicadeza. —No es ninguna molestia. Una enfermera no lo hará tan bien como yo. Además, puedo hacerlo siempre que no te importe que te vea desnuda. Llegado a ese punto, ¿qué más podía decir Victoria? Solo pudo asentir sonriendo. Después de que ella estuvo de acuerdo, Claudia se inclinó y le desabrochó la ropa. Para evitar cualquier incomodidad, Victoria cerró los ojos, sin darse cuenta de la mirada escudriñadora de la mujer, mientras le desabrochaba la ropa. Claudia se mordió los labios y su rostro se tornó desagradable. Si no se había equivocado, Alejandro había sostenido antes un paño húmedo, con la intención de ayudar a Victoria a pasárselo por el cuerpo, incluso le había abierto el cuello. ¿Desde cuándo su relación era tan íntima? ¿Sucedió algo entre ellos cuando estaba en el extranjero que ella desconocía? Claudia hizo un gesto de desconcierto y a la vez se sintió un poco incómoda. En cuanto al cuerpo de Victoria, Claudia tuvo que desabrocharle la ropa para darse cuenta de que su figura era impresionante. A pesar de que estaba acostada, era dichosa de tener ese cuerpo. Su piel no era pálida sino de un color rosa relativamente suave, lo que la hacía lucir muy seductora. Aunque Claudia era mujer, podía ver la perfección del cuerpo de Victoria, por lo que se mordió el labio inferior, sin poder contenerse. —Gracias por todo lo que has hecho por mí estos años —susurró. Victoria tenía los ojos cerrados y el efecto de refrescarla le pareció convincente. La sensación del paño en el cuerpo era refrescante, así que la temperatura bajó bastante. En cuanto abrió los ojos, se encontró con la hermosa mirada de Claudia. —¿Gracias a mí? —le preguntó. —Sí. Aunque pueda parecer que AIe se casó contigo al concertar un matrimonio para ayudarte en tiempos difíciles, sé que su condición de casado lo ha protegido de atenciones no deseadas en los últimos dos años. Por ello, quiero darte las gracias; de lo contrario, cuando vuelva, lidiar con todas esas pretendientes de mal gusto a su alrededor sería un verdadero fastidio —contestó Claudia tras asentir. Ante esas palabras, Victoria se quedó desconcertada; no era tonta y podía darse cuenta de lo que Claudia estaba tratando de decir. Esta empezó expresando gratitud, pero luego pasó a recordarle que su matrimonio con Alejandro era una farsa. Además, le advirtió que mantuviera sus expectativas bajas, señalando que ella no era la esposa de Alejandro, por lo que Victoria apretó los labios y no dijo nada. Claudia le pasó el paño frío por un rato y la ayudó a volver a ponerse la ropa; luego, le preguntó con ternura: —¿Te encuentras mejor? ¿Quieres un poco de agua? Te serviré un vaso. Victoria tenía un poco de sed. —Sí, por favor. —Claudia fue a servirle agua. Victoria bebió todo y después, por fin, se sintió mejor de la garganta. Tras unos segundos, miró a la mujer y le dijo lo que pensaba—: En realidad, no tienes que preocuparte por Alejandro y por mí. Él siempre mantendrá tu posición como su esposa porque le salvaste la vida y nadie puede reemplazar eso. También me hiciste un favor y no lo olvidaré.

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