Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )

Chapter Capítulo 135



Capítulo 135 

“Brum, brum, brum…” 

El zumbido del teléfono resonaba, interrumpiendo el silencio. Violeta pensó que debía ser la escuela llamandola para que regresara. Después de dejar la caja de cartón en el suelo y revisar quién llamaba, sus ojos se iluminaron y con ansias contestó, “Adrián, ¿cómo que hasta ahora me llamas? ¿Dónde andabas?” 

La voz grave de Adrián resonó, “¿Qué estás haciendo?” 

“¡Estoy pensando en ti!” Cuatro palabras sencillas, sin ningún disimulo. 

Desde la última vez que Maurino se la habia llevado de la Botica de Hierbas, no habían vuelto a tener contacto. 

Del otro lado del teléfono no hubo respuesta de Adrián, solo risas atrevidas. 

“Jajaja, ¡Adrian, no te pongas rojo!” 

Esa voz le era muy familiar, era Sebastián, el mejor amigo de Adrián. 

Adrián y Sebastián estaban en la misma clase, ambos acaparaban los primeros puestos en la escuela y también habían sido aceptados directamente en la Universidad Capital. 

Maurino: “Si te atreves a ver a Adrián de nuevo, retiraré todo mi apoyo financiero hacia él.” Violeta no 

A se acrevia a desafiar a Maurino, el era capaz de cualquier 

cosa y sil 

cumplia con sus amenazas. 

Pero antes de que pudiera reaccionar, un taxi se detuvo frente a Violeta. 

Law 

La ventanilla se bajó y quien apareció fue Adrián, el chico en el que había pensado día y noche. 

Sebastián bajo del asiento del copiloto y dijo, “Violeta, el asiento trasero es para que ustedes dos tortolitos hablen, yo iré adelante.” 

“¿Qué está pasando? ¿No puedes hablar de lo feliz que estás de ver a tu novio?” 

Ella no había ido a buscar a Adrián, había sido él quien la había buscado. 

Si su hermano se enteraba, seguramente no se enfadaría… o eso esperaba. 

Con hesitación pero finalmente decidida, Violeta subió al auto con su caja de cartón y Adrián se movió para hacerle espacio. 

Violeta preguntó, “Adrián, ¿dónde habías estado? ¿Por qué no respondes mis mensajes?” 

Adrián explicó brevemente, “Preparándome para una competencia.” 

¿Qué es eso que estás cargando?” 

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Violeta: “Son botellas de plástico que recogí, planeo venderlas para ganar algo de dinero.” El conductor del taxi no pudo evitar burlarse de ella, “Joven, tu novia es tan joven y ya sabe cómo administrar una mansión, seguro que será una excelente esposa y madre.” 

Violeta sonrió y asintió, “Señor, usted si que sabe.” 

Adrián cogió lo que ella llevaba sin decir nada. 

ཟ ྃ > ཛ ཧྭརྐྱ > ཨོཥོ ་ེ 

Sebastián intervino, “Violeta, escuché que te cambiaste de escuela, ¿es eso cierto? Mi amigo Adrián, al enterarse de tu cambio, no pudo esperar y volvió corriendo.” 

Violeta asintió y le preguntó: “¿Cómo se enteraron de eso?” 

Sebastián explicó, “Fue hace un par de días, Valentina me lo contó, ella era tu compañera de asiento, ¿no? Debe saber bien sobre ti.” 

Valentina otra vez. 

“¿Ustedes son cercanos a ella?” 

“Adrián, ¿acaso siento el aroma de los celos aquí?” 

Adrián: “No digas tonterías.” 

Sebastián continuó, “Tranquila, Violeta, Adrián es un santo, con esa cara de pocos amigos que tiene, cualquiera lo evitaria, excepto tú. Nadie más podría estar interesado en él. Esa Valentina si que se le insinuaba, pero ni Adrián ni yo le hicimos caso.” 

“Solo porque antes eras su compañera de asiento no la hemos bloqueado.” 

“Pero hablando en serio, Violeta, ¿por qué cambiaste de escuela de forma tan repentina?” 

Violeta titubeó y no explicó. 

Adrián la cubrió, “Si no quieres decirlo, no tienes que hacerlo.” 

El taxi se detuvo frente al Colegio de la Capital. 

Adrián anunció, “Llegamos.” 

“Tu caja de cartón.” 

Violeta quería decirle algo más a Adrián, pero luego pensó mejor y se contuvo, “Adrián, tel llamo después de clases.” 

Adrián asintió, “De acuerdo.” 

Violeta, con la caja de cartón entre sus brazos, cruzó el umbral de la escuela. Se volteó para echar un último vistazo al automóvil que aún no se había marchado, y Adrián también la observaba desde la distancia. Regresó al colegio con la caja que había recogido y encontró un rincón discreto para esconderla. Se sacudió el polvo de las manos y murmuró con determinación: “Cuando salga de clase, te voy a vender.” 


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