Chapter Capítulo 133
Capítulo 133
La escapada clandestina de Violeta de la escuela terminó siendo registrada por la clase, pero el castigo fue más bien simbólico. Realmente nadie se lo tomaba en serio.
En la capital, cualquier pariente, por lejano que fuera, de la familia Paz, gozaba de cierto estatus, y más aún si se trataba de la ‘hermanita‘ de Maurino.
Violeta estaba sentada en el asiento trasero, sorprendida de que la conductora fueral Dana, después de lo que había pasado.
Dana aún era capaz de mantener la compostura y acompañarlos, su capacidad de aceptación no era poca cosa.
Y, de hecho, si no tuviera un carácter fuerte, no habría podido permanecer tanto tiempo al lado de Maurino.
Al salir de la empresa, Violeta vio a Ernesto esperando en la puerta, con marcas moradas
en la nuca.
Perdida en sus pensamientos, Violeta supuso que había sido obra de Maurino, pero solo era una conjetura, el porqué le resultaba desconocido.
Mientras divagaba, notó que le quitaban los zapatos y las medias y que Maurino colocaba sus pies sobre sus piernas, viendo que en sus manos tenía un ungüento.
La herida ya había cicatrizado y la quemadura anterior ya estaba casi curada.
Solo el enrojecimiento feroz daba un aspecto algo escalofriante.
“Hermano, estoy bien, ya casi he sanado. No necesito más medicina.”
Maurino respondió: “Es una crema para las cicatrices, para sanar completamente hay que seguir aplicándola.”
Violeta se mordió el labio y no dijo nada más.
Pero notó que una mirada a través del espejo retrovisor se posaba en ella de vez en
cuando.
Eso la hacía sentir incómoda.
Solo miró de reojo a Dana y al siguiente instante, con una voz fría y advertidora, habló:
“Concentrate en conducir.”
Dana respondió, “Si, Sr. Paz.”
Ella debía estar celosa, por más que intentase ocultarlo, Violeta, que había vivido dos vidas, podia percibir sus sentimientos.
Aunque siempre decía que no amaba a Maurino y lo llamaba ‘hermano‘.
Si Dana estaba enamorada, ¿qué es lo que sentía Maurino por ella?
¿No era Lucrecia la mujer a la que más amaba?
Si realmente amaba a Lucrecia, ¿por qué Maurino se mostraba indiferente cuando ella visitaba la empresa?
¡Debería haberla consolado!
Cuanto más pensaba en ello, más confundida se sentía Violeta, sin saber si sus pensamientos eran correctos o equivocados.
Después de que Maurino terminó de aplicarle la medicina, Violeta siguió con las piernas sobre él, quizás porque a Maurino le resultaba incómodo, la levantó de un tirón para que se sentara sobre él.
Con una voz suave y contenida, Violeta lo miró y dijo: “Hermano… esto no está bien.”
La voz de Maurino era perezosa y su mirada despreocupada mientras le tocaba la punta de la nariz y sonreía: “Sólo siéntate bien.”
Violeta notó que la velocidad del coche disminuia y pensó que Maurino estaba siendo tan amable y cariñoso con ella solo para darle un espectáculo a Dana.
Este pensamiento le oprimía el pecho.
Cuando estaban a punto de llegar al restaurante de fondue, Maurino le puso los zapatos y las medias y luego se limpió las manos con una toallita húmeda.
Originalmente iban a ir a un restaurante de comida occidental, pero Violeta, de pronto, quiso comer fondue y Maurino accedió.
Al salir del coche, Dana no los acompañó.
.
Entraron a la sala privada para pedir y ella eligió una fondue mixta, Maurino se levantó y salió, probablemente a fumar.
Ella pidió varios platos, al igual que su hermano, no eran quisquillosos con la comida.
Él estuvo afuera casi diez minutos, y cuando la comida estaba servida, él regresó, seguido por una Dana de aspecto nervioso y con la respiración agitada, su ropa también estaba arrugada.
Dana se sentó junto a Maurino.
Violeta no tuvo tiempo de preocuparse por ellos, en esta vida, no importaba a quién amara realmente Maurino, no tenía nada que ver con ella.
Ella no conseguía sacarse de la cabeza que, después de lastimar a Lucrecia, terminó entregándola a otro hombre.
En la mesa, el hombre de vez en cuando le servía comida en su plato y charlaba con ella,
como al fueran las cosas normales que hacían los hermanos.