Chapter Capítulo 357
Capítulo 357
-¿Qué?-Evrie se quedó paralizada, ¿Vas a llevarme a conocer a tus padres? –
Farel la miró con una sonrisa divertida. -Si no los ves, ¿cómo fijamos la fecha de la boda, cómo nos casamos? –
Evrie tragó saliva, su rostro se tomó ligeramente pálido.
-Es un poco repentino, todavía no estoy preparada. –
Había conocido a Federico y Victoria por separado, y las impresiones fueron profundas.
Victoria le dio un millón para que ella dejara a su hijo.
Federico le ofrecía enviarla al extranjero para seguir estudiando, también para que dejara a su hijo.
Esos recuerdos eran demasiado intensos, Evrie no podía olvidarlos aunque quisiera.
-¿Qué pasa, tienes miedo, estás nerviosa? –
Farel notó que algo no iba bien y le preguntó.
–
Evrie asintió sin dudarlo. -Sí, un poco. –
-Tranquila, yo estoy aquí, no te harán nada. El que se va a casar contigo soy yo, no ellos. Solo tienes que seguirme en
silencio. –
Evrie vaciló -¿Tiene que ser hoy? –
Todo estaba sucediendo demasiado rápido, ni siquiera había tenido tiempo de prepararse mentalmente.
-Hoy mismo, sin falta. – Farel la abrazó y apoyó su barbilla en su hombro -La verdad es que… no puedo esperar más, quiero hacerlo oficial cuanto antes.
–
Evrie sintió sus mejillas arder y su corazón latir más rápido.
-Entonces, vamos.
—
Farel sonrió y la llevó hacia el dormitorio principal.
-Bien, cámbiate y nos vamos.
–
Sobre la cama había ropa cuidadosamente seleccionada, preparada de antemano por Farel.
Era un conjunto sencillo, elegante, perfecto para conocer a sus padres.
Evrie se cambió, se maquilló ligeramente y recogió su largo y liso cabello detrás de sus orejas, revelando su pequeño
rostro.
No se veía llamativa, pero parecía obediente.
Dulce e inofensiva.
Se veía menos desafiante que su habitual rostro sin maquillaje.
Farel tomó su mano, transmitiéndole el calor de su mano.
-Vámonos.-
En el garaje subterráneo, el Range Royer de Farel salió del complejo residencial.
De repente, Evrie recordó algo. -Tenemos que pasar por el supermercado, es la primera vez que voy a tu casa, debo comprar un regalo para tus padres. –
Farel no redujo la velocidad y le dijo con calma -No te preocupes, ya lo he preparado todo. Los regalos están en el
maletero.
–
Evrie se sorprendió. -¿Preparaste los míos especialmente? –
-Sí. –
Capítulo 357
Mientras conducía, Farel la miró de reojo, subiendo ligeramente las cejas.
-Después de todo, es la conciencia que un prometido debe tener. –
El corazón de Evrie se conmovió.
Frunció los labios y le dijo con sinceridad -Gracias.
–
-¿Por qué me estás agradeciendo? – Farel levantó la mano para acariciar la parte superior de su cabeza y le dijo -No pido mucho de ti, solo una cosa: pase lo que pase, quédate tranquila a mi lado y no huyas. –
–
-Si te vas, será muy difícil traerte de vuelta. –
Evrie escuchó sus palabras y sintió un pequeño vacío en su corazón.
Así que él tenía tanto miedo de que ella huyera.
-No voy a huir. -Le dijo Evrie en voz baja.
-¿De verdad? –
Evrie se giró silenciosamente para mirar por la ventana. -Al principio fuiste tú quien dijo que saliéramos, y también fuiste tú quien dijo que rompiéramos. Nunca te dejé para huir por mi cuenta. –
Desde que confirmaron su relación en el Triángulo Norte.
Ni siquiera había salido del país.
Farel permaneció en silencio un rato y luego le dijo -Bien, mientras no huyas, está bien. –
Media hora más tarde.
Su coche se detuvo frente a la casa de la Familia Haro.
Evrie llevaba la caja de regalo que Farel le había dado, y entró cautelosamente por la gran puerta de la Familia Haro.
La Sra. Haro ya estaba sentada en la sala esperándolos y, al ver a la gente en la entrada, su actitud no era muy entusiasta, pero aun así mostró una sonrisa cortés.
-Pasa y siéntate. –
Evrie le entregó la caja de regalo a la niñera que estaba de pie y se sentó en el sofá siguiendo a Farel.
La madre de Farel, Victoria Haro le lanzó una mirada de reojo y reconoció de inmediato la marca de la caja de regalos. Las comisuras de sus labios se elevaron ligeramente.
-Ese regalo te lo preparó Farel, ¿verdad? El café y el vino de esa marca son los que siempre compramos para la casa, solo él sabría complacer nuestros gustos. –
Evrie bajó la cabeza, se sentía un poco avergonzada. -Sí, es cierto. –
-La próxima vez que hagas un regalo, puedes poner más de tu parte. Incluso si son frutas del campo, no las despreciaremos. Lo que cuenta es el esfuerzo, no si el regalo es caro o no.-
La Sra. Victoria sonreía, sus palabras tenían varias interpretaciones posibles.
Evrie no tuvo más remedio que asentir obediente. -Entiendo, agradezco el recordatorio, Sra. Haro. –
-Ella está muy ocupada, tiene muchas cosas que hacer, con que se preocupe por mí es suficiente. En casa hay una ama de llaves que puede cuidar bien de ti y de papá, Evrie no necesita preocuparse demasiado, ¿verdad? –
Farel le sirvió una taza de café y la colocó frente a Evrie, interviniendo en el momento justo para ayudarla.
-Después de todo, si ella se distrae demasiado, yo también me sentiría molesto.
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