Chapter Final Alternativo
ADVERTENCIA: Este final era el que se tenía planeado que fuera el verdadero final, sin embargo, debido a lo crudo y triste, decidí que quedará como un final alternativo, solo porque no quería quedarme con las ganas de escribirlo. Es corto, igual que el otro final, así que no esperen algo muy largo.
Este final NO es fiel a esta novela, sino que es más fiel a la historia original de JK Rowling.
La batalla de Hogwarts estaba resultando más larga y tormentosa de lo que jamás habían imaginado, aunque no era sorpresa, eran una bola de adolescentes que aunque supieran que estaban en guerra, nunca habían vivido en una.
Las cosas habían cambiado mucho. Todo había comenzado el primero de agosto de 1997, cuando el entonces Ministro de Magia, Rufus Scrimgeour fue capturado por Voldemort e interrogado acerca del paradero de Lily. Sin embargo, en un último acto por Lily, se negó a hablar y fue asesinado posteriormente. Esto terminó en que el Ministerio de Magia acabara bajo el control de Voldemort.
Posteriormente, Hogwarts también cayó bajo la fuerza de Voldemort y nombró a Severus Snape, el asesino de Dumbledore, como nuevo Director. Los hermanos Carrow también fueron nombrados profesores.
Después de una larga búsqueda por los Horrocruxes y llegando a la conclusión de que el último de estos, la diadema de Rowena Ravenclaw, estaba escondido en la Sala de Menesteres en Hogwarts, por ello ese mismo 2 de mayo de 1998 se infiltraron en Hogwarts con ayuda de Aberforth Dumbledore, quién encontró a Lily, Hermione y Theo en Hogsmeade y a través de un recuadro los llevo hasta Hogwarts, guiados por Neville Longbottom, líder de la rebelión en Hogwarts.
«Se que se están preparando para luchar. Pero sus esfuerzos son inútiles; no pueden combatirme. No obstante, no quiero matarlos. Siento mucho respeto por los profesores de Hogwarts y no pretendo derramar sangre mágica. Entréguenme a Lily Potter y nadie sufrirá ningún daño. Entréguenme a Lily Potter y dejaré el colegio intacto. Entréguenme a Lily Potter y serán recompensados. Tienen tiempo hasta la medianoche.»
Ese había sido el mensaje que dio Voldemort. Lily rápidamente se puso manos a la obra y fue hasta uno de los salones más escondidos de Hogwarts en la mazmorra, ahí, acompañada por Theo, se reencontró con Hermione, que estaba con Blaise.
—Reina, me da gusto volver a verte después de un año y, no es por apurarte pero, lo que quieras decirme que sea rápido. Draco y yo no queremos levantar sospechas antes de tiempo.—dijo Blaise con seriedad.
Lily, quién estaba totalmente cubierta por una holgada capa, miro a Theo y Hermione, quienes asintieron ligeramente. Entonces la chica abrió la capa y Blaise abrió grande los ojos y la boca, totalmente sorprendido.
Ahí, entre los brazos de Lily, había una preciosa bebé de cabello rojo. Lily camino despacio hasta quedar frente a Blaise y, con un movimiento de varita de Hermione, una cuna apareció en medio de ambos. Lily colocó a la bebé con cuidado y esta abrió los ojos, mostrando unos preciosos ojos grises.
—Se llama Dalia, Dalia Malfoy.—informó Lily. —La llamé así para seguir con la tradición Evans de tener nombres relacionados con flores.
—No era necesario decirme el apellido, era más que obvio quién es el padre.—dijo Blaise con la voz ronca.—¿Draco sabe qué...?
—Sí.—asintió Lily.— El sabe porque te llame aquí. Si algo llega a pasarme a mí y a Draco...te pido a ti y a Hermione que cuiden a mi bebé como si fuera una hija suya.
—Nada va a pasarles, Lily.—replicó Blaise frunciendo el ceño. Hermione se abrazó a su brazo y lo miro con tristeza.
—Estamos en guerra, Blaise, y aunque nos duela, ninguno de los que estamos aquí podemos asegurar que sobreviviremos.—hablo Hermione con seriedad.
Blaise guardo silencio unos minutos y finalmente asintió.
—Te lo prometo, reina. Nuestra princesa estará a salvo con nosotros si algo llegase a pasarles.—le aseguró.
Lily sonrió y le explicó que el salón tenía las más poderosas protecciones y que solo los que estaban ahí podrían entrar para ir por la bebé al termino de la guerra. Entonces, siguiendo con el plan, todos partieron dejando a la bebé custodiada por Dobby.
La guerra inicio a la media noche y mientras todos luchaban, Lily se dirigió a la Sala de los Menesteres, donde logró encontrar la tiara y destruirla con un cuerno de basilisco que Hermione había conseguido.
Entonces, algo sorprendente ocurrió. La sala, con Lily dentro, cambio por completo. De pronto estaba en una sala de paredes doradas y un enorme cuadro de marco rojo escarlata resaltaba frente a ella. En el cuadro se mostraba la fotografía de un sonriente hombre de cabellos negros alborotados, moreno y de ojos miel.
Era James Potter.
—Papá...—susurró Lily sorprendida.
Había cientos de reconocimientos de quidditch y resaltaba una chaqueta de Quidditch roja con el logotipo de Gryffindor y el apellido Potter en la espalda. La sala de pronto se había convertido en una especie de santuario.
Lily no entendía porque de pronto la Sala de Menesteres había cambiado a esa especie de santuario en honor a su padre, pero no se quejaba. En aquel momento, con la guerra en pleno apogeo, la imagen de su padre frente a ella era un perfecto consuelo para su alma.
—Durante muchos años estuve resentida contigo y con mi madre.—admitió Lily mirando fijamente al recuadro.— Estaba muy enojada porque habían decidido unirse a la Orden del Fénix y embarcarse en una guerra incluso después de que supieron que estaban esperándome.
»Estaba dolida. Si ustedes hubieran dejado de ser tan Gryffindor y hubieran decidido huir para poder tener una vida conmigo, quizá aún estuvieran vivos y no hubiera tenido que crecer como una huérfana, pues aunque tenía a mi tía Petunia, yo realmente necesitaba a mis padres.
»No lo entendía. Los critique mucho tiempo por esa decisión...y ahora si que los entiendo. Pues ahora soy mamá —sonrió mientras gruesas lágrimas descendían por su rostro— ahora tengo una bebé con el amor de mi vida y aunque lo que más deseo es esconderme, no puedo hacerlo.
»Tengo que luchar. Draco y yo tenemos que luchar. Si no lo hacemos, ¿Cómo podemos asegurar que nuestra hija tendrá un seguro a salvo? Si es necesario, igual que ustedes, daré mi vida con tal de protegerla.
Soltó un sollozo mientras las gruesas lágrimas no dejaban de brotar de sus ojos, empapando todo su rostro. Entonces, frente a ella apareció una mesa con unas tijeras de oro. Las miró con gesto inescrutable y después miró nuevamente el recuadro de su padre. Sonrió levemente.
—Soy una Slytherin Anhelo el poder, la fama, la gloria y haré lo que sea necesario para conseguirlo. No importa a quien lastime. ¿Eso esperabas que dijera?—soltó una risa sarcástica— Sirius dice que si estuvieras vivo, igual hubieras estado orgullos de mi sin importar la casa a la que pertenezco, pero, déjame contarte un pequeño secreto sobre los Slytherin...todos estamos rotos. Detrás de cada comentario malo, mirada grosera, comentario sarcástico...estamos aterrados de ser los villanos. Queremos ser buenos, pero ¿Cómo podemos si todos nos ven como serpientes? Entendernos es difícil. Ser uno de nosotros es aún más difícil. Nos juzgan antes de conocernos. Ser una serpiente duele y lo único que podemos hacer es aprender a amar el dolor. Soy una Slytherin y nunca seré un héroe pero estoy cansada de ser una villana.
Las lágrimas descendían furiosamente por su rostro y tomó las tijeras.
—Supongo que a pesar de todo, he intentado convencerme de que no es necesario, pero al final si lo es.—miró a los ojos de su padre.— Te amo, papá...y espero que, después de esto que es lo más Gryffindoresco que jamás haré, estés orgulloso de mí.
Sopesó las tijeras en su mano, con la mano libre libero su cabello de las horquillas y lo soltó. Entonces, comenzó a cortarlo con las tijeras. Cortó uno a uno los mechones hasta que su cabello quedo tan corto y desordenado como el de su padre. Se quito la capa, así como el cardigán esmeralda, el último que su tía Petunia le hizo y se colocó la chaqueta de Gryffindor que perteneció a su padre en el pasado.
Al salir de la Sala de Menesteres con la capa de invisibilidad encima, alcanzó a escuchar como Voldemort llamaba a un armisticio.
«Les doy una hora. Entierren a sus muertos como merecen y atiendan a sus heridos.»
Miles de cuerpos, muertos y heridos, había en todos los pasillos del colegio. Lily camino sin mirarlos hasta llegar nuevamente al salón donde había dejado a su bebé. Una vez que entró, saludó a Dobby con un ligero asentimiento de cabeza.
Transfiguro una mesa a lado de la cuna de su bebé y colocó en esta la hermosa bufanda de hilos de oro blanco, sus horquillas de oro blanco con incrustaciones de esmeraldas, ambos obsequios de Draco, y el último cárdigan que le hizo su tía.
Se acercó a la cuna de su hija y la besó en la frente a lo que la bebé sonrió.
—Te amo, mi vida. Nunca lo olvides, ¿de acuerdo?—susurró con más lágrimas descendiendo por su rostro.— Mami te ama, Dalia. Mami lo hace y tu papi también te ama con todo su corazón.
Acarició los rojos y desordenados cabellos de su hija sin dejar de llorar. Aún recordaba como un mes después de irse de iniciar la búsqueda de los Horrocruxes, descubrió que tenía dos meses de embarazo. Había estado tan asustada que, pese a la inseguridad que sentía, encontró la manera de comunicarse con Draco y le contó la situación.
Su amado rey había reaccionado de la mejor manera y le brindo un refugio seguro mientras fungía como doble espía. Theo y Hermione mientras tanto se encargaban del trabajo pesado. Besó una última vez la frente de su hija.
—Mami te ama con todo su corazón, cariño...por favor...no odies a mami...solo quiero protegerte.
Se separó de la bebé y sin mirar atrás salió del salón colocándose de nuevo la capa de invisibilidad.
El castillo estaba desierto. Al recorrerlo, se sintió como un fantasma, como si ya hubiera muerto. Los personajes de los retratos todavía no habían regresado a sus lienzos y el edificio se hallaba sumido en un siniestro e inquietante silencio, como si toda el alma que le quedaba se hubiera concentrado en el salón donde dejó atrás a su bebé.
Camino en silencio hasta llegar al vestíbulo. Llegó a las puertas del colegio sin contratiempos. En la entrada, Neville Longbottom volvía de los jardines con otras dos personas. Uno era Oliver Wood, que cargaba el cadáver de Colin Creevey, pese a ser menor de edad, debía de haber vuelto al castillo a escondidas para luchar.
Detrás de ellos iba Theo. Neville Longbottom y Oliver Wood se perdieron en el pasillo camino posiblemente al Gran Comedor. La gente iba y venía por la estancia intentando consolarse mutuamente, reponiendo fuerzas o arrodillándose junto a los muertos; pero Lily no vio rastros de Hermione, Blaise o Draco, lo que le indicaba que estaban bien.
Bajó los escalones. Eran casi las cuatro de la madrugada. Los oscuros jardines estaban sumidos en un silencio sepulcral; parecía como si contuvieran la respiración, a la espera de comprobar si Lily sería capaz de cumplir su cometido.
Se aproximó a Theo, quién, solitario, estaba inclinado sobre otro cadáver.
—Theo...
—¡Merlín, Lily! ¡Casi me da un infarto!
Se quito la capa y su mejor amigo la miro confundido para después transformar su rostro en uno pálido y lleno de horror.
—¿A dónde crees que vas?—cuestiono con un hilo de voz. Lily sonrió con tristeza y acarició la mejilla de Theo.
—Soy hija de James y Lily Potter. Algo de Gryffindor he de tener, ¿no lo crees?
—Estas loca...—Theo negó con la cabeza.
—Es la única manera.—aseguró Lily con firmeza y besó su mejilla.— Gracias por todo, eres mi mejor amigo. Te amo, Theo.—sonrió ligeramente.— Te encargo a Draco, a mi bebé y a Hermione. No los dejes caer.
—¿Y quién se encarga de mi?—masculló Theo con la voz ronca, dejando aflorar las lágrimas de sus ojos. —Primero mi Daphne y ahora tú también...
—En cada canción de nuestros artistas favoritos, en cada luna, en cada brisa, en cada risa de mi hija. Ahí estaré para ti.—sonrió entre lágrimas tragando grueso.—Hasta nunca, Theo.
Avanzó, colocándose nuevamente la capa de invisibilidad y dejando atrás a su mejor amigo con el corazón roto. La cabaña de Hagrid surgió en la oscuridad. No había luces encendidas, ni se oía a Fang arañando la puerta ni ladrando para darle la bienvenida.
Lily recordó las visitas al hombretón, los destellos de la tetera de cobre en el fuego, los pastelitos de pasas, las larvas gigantes, la enorme y barbuda cara del guardabosques, a Theo aventando discretamente los duros postres del hombre, a Hermione ayudándolo con las tazas de té...
Siguió adelante y llegó a la linde del Bosque Prohibido. Una vez allí, se detuvo. Un enjambre de dementores se deslizaba entre los árboles. Lily sintió propagarse su frío y dudo que lograra combatirlo. No le quedaban fuerzas para hacer aparecer un patronus, ni controlaba ya sus temblores.
Al fin y al cabo, morir no era tan fácil. Cada inspiración que daba, el olor a hierba, la fresca brisa en la cara...todo adquiría un gran valor. Y pensar que la gente disponía de años y años de vida, tiempo de sobra, tanto que a veces hasta resultaba una carga; y ella, en cambio, se aferraba a cada segundo que transcurría. No se sentía capaz de continuar, pero sabía que debía hacerlo. Aquel largo juego había terminado, habían atrapado la snitch, había llegado el momento de descender...
El frío de los dementores no la afecto, de manera que lo atravesó y desfilo entre los viejos árboles de ramas enredadas y raíces nudosas y retorcidas, que crecían muy juntos entre sí. Lily se ciñó la capa invisible y fue adentrándose más y más en el bosque, sin saber con exactitud donde estaría Voldemort, pero convencida de que lo encontraría.
Su cuerpo y su mente parecían desconectados y sus extremidades funcionaban por sí mismas, sin que él les diera instrucciones conscientemente; tenía la impresión de que ella era el pasajero, en vez del conductor, de aquel cuerpo que se disponía a abandonar.
Entonces se oyó un golpe seco y un susurro; otro ser vivo se había movido cerca de allí. Lily se detuvo bajo la capa, miro alrededor y aguzó el oído.
—Por aquí hay alguien—dijo una voz áspera—Tiene una capa invisible. ¿Crees que...?
Dos figuras salieron de detrás de un árbol cercano; llevaban las varitas encendidas y Lily reconoció a Yaxley y Dolohov, que escudriñaban la oscuridad justo en el sitio donde estaba ella. Era evidente que no veían nada.
—Estoy seguro de que he oído algo.—comentó Yaxley.— ¿Habrá sido un animal?
—Ese chiflado de Hagrid tenía un montón de bichos aquí.—afirmó Dolohov echando un vistazo a sus espaldas.
—Se esta agotando el tiempo.—dijo Yaxley.—Potter ya ha consumido la hora que tenía. No vendrá.
—Pues el Señor Tenebroso estaba seguro de que sí. Esto no le va a gustar nada.
—Será mejor que volvamos. A ver que quiere hacer ahora.
Los dos mortífagos volvieron a adentrarse en el Bosque. Lily los siguió, porque sabía que la guiarían exactamente hasta donde quería ir. Solo llevaban unos minutos andando cuando Lily vio luz un poco más allá, y Yaxley y Dolohov entraron en un claro que reconoció: era el sitio donde había vivido la monstruosa Aragog.
Los restos de su inmensa telaraña todavía se conservaban, pero los mortífagos se habían llevado el enjambre de descendientes que la araña engendró para que lucharan por su causa. En medio del claro ardía una hoguera, y el parpadeante resplandor iluminaba a un grupo de silenciosos y vigilantes mortífagos.
Algunos todavía llevaban la capucha y la máscara, pero otros se habían descubierto la cara. Sentados un poco más apartados, dos gigantes de expresión cruel y rostros que recordaban una tosca roca proyectaban sombras enormes.
Lily vio venir a Fenrir, merodeando mientras se mordía sus largas uñas; al corpulento y rubio Rowle, dándose toquecitos en una herida sangrante en el labio; a Lucius Malfoy, vencido y aterrado, y a Narcisa, con los ojos hundidos y llenos de aprehensión.
Lily agradeció internamente que Draco hubiera sido enviado a vigilar desde las alturas, pues así no podría detenerla.
Todas las miradas estaban clavadas en Voldemort, de pie en medio del claro, con la cabeza gacha y la Varita de Saúco entre las entrelazadas y blanquecinas manos. Parecía estar meditando, o contando en silencio, y Lily, que se había quedado quieta a cierta distancia de la escena, fantaseó absurdamente que esa figura era un niño al que le había tocado contar en el escondite. Cuando Dolohov y Yaxley se incorporaron al corro de mortífagos, Voldemort levantó la cabeza.
—Ni rastro de ella, mi señor.—anunció Dolohov.
El Señor Tenebroso no mudó la expresión, pero a la luz del fuego sus encarnados ojos parecían arder. Poco a poco deslizó la Varita de Saúco entre sus largos dedos.
—Mi señor...
Era la voz de Bellatrix; estaba sentada junto a Voldemort, despeinada y con rastros de sangre en la cara, pero por lo demás ilesa. Voldemort levantó la varita para ordenarle que se callara. Ella obedeció y se quedó mirándolo con gesto de adoración.
—Creí que vendría.—dijo el Señor Tenebroso con aguda voz, sin apartar la vista de las danzantes llamas.—Confiaba en que vendría. Por lo visto me equivocaba...
—No, no te equivocabas.
Lily habló tan alto como pudo, con toda la potencia que fue capaz, porque no quería parecer asustada. Avanzo hacia el fuego. En ese instante sintió que no importaba nadie más que Voldemort: estaban ellos dos solos. Esa ilusión se desvaneció con la misma rapidez con que había surgido, porque los gigantes rugieron cuando todos los mortífagos se levantaron a la vez, y se oyeron numerosos gritos, exclamaciones e incluso risas.
Voldemort se quedó inmóvil, pero ya había localizado a Lily y clavó la vista en ella, mientras la muchacha avanzaba hacia el centro del claro. Solo los separaba la hoguera. Entonces una voz gritó:
—¡¡Lily!! ¡¡No!!
La chica se giró: Hagrid estaba atado a un grueso árbol. Su enorme cuerpo agitó las ramas al rebullirse, desesperado.
—¡¡No!! ¡¡No!! ¡¡Lily!! ¡¡¿¿Qué...??!!
—¡¡Cállate!!—ordenó Rowle, y con una sacudida de varita lo hizo enmudecer.
Bellatrix, que se había puesto en pie de un brinco, miraba con avidez a Voldemort y a Lily, mientras el pecho le subía y le bajaba al compás de su agitada respiración. Todo se había quedado estático, a excepción de las llamas.
Lily notó su varita contra el pecho, pero no hizo ademán de sacarla. Voldemort y la muchacha continuaban mirándose con fijeza, hasta que el Señor Tenebroso ladeó un poco la cabeza y su boca sin labios esbozó una sonrisa particularmente amarga.
—Lily Potter...—dijo en voz baja, una voz que se confundió con el chisporroteo del fuego— La niña que sobrevivió.
Los mortífagos no se movían, expectantes; todo estaba en suspenso, a la espera. Hagrid forcejeaba, Bellatrix jadeaba, Lucius y Narcisa la miraban aterrados, puesto que sabían de la existencia de Dalia, y Lily pensó en Draco, en su mirada, en el roce de sus labios, en su olor a menta y hierbabuena...
Voldemort había alzado la varita. Todavía tenía la cabeza ladeada, como un niño curioso, preguntándose que sucedería si seguía adelante. Lily lo miraba a los ojos; quería que ocurriera ya, deprisa, mientras todavía pudiera tenerse en pie, antes de perder el control, antes de revelar su miedo...
Vio moverse la boca de Voldemort y un destello de luz verde apareció.
Lily vio la maldición asesina en cámara lenta ir hacia ella. Tenía que morir, porque cuando hace dos meses ella se había desecho de Nagini, el último Horrocrux de Voldemort, indirectamente ella se había convertido en el nuevo portador.
Entonces, había trabajado mucho para crear una maldición en su sangre que, al morir, diera el mismo final a su agresor. Por lo que, cuando la luz verde impacto contra su pecho, todo se apago.
La vida de Lily Potter y Lord Voldemort, llegó a su fin.
El crudo final de la salvadora del mundo mágico, quién nunca pudo ser completamente feliz.
DATOS EXTRA SOBRE ESTE FINAL ALTERNATIVO:
-Al morir Voldemort y Lily, Draco, Theo y Blaise se encargaron de eliminar a todos los mortífagos.
-Narcisa y Lucius defendieron a capa y espada el cuerpo de su difunta nuera para que los mortífagos no le hicieran daño.
-Draco cuido de su hija con todo el amor posible, pero jamás volvió a sonreír (más que para su hija) y nunca amo a nadie más.
-Dalia es la bebé que Lily hubiera tenido en el final oficial si no hubiera tenido el aborto involuntario durante su tiempo como fugitiva.
-Creé este final porque es el final que yo deseaba darle a la historia, pero no lo realice porque sentí que iban a querer lincharme jajajaja.