Chapter Capítulo 15
Capítulo 15
La voz de Irene era tan alta que Ainhoa la escuchó clarito y sin perder detalle. Incluyendo ese comentario tan hiriente de Enzo. Ainhoa solo sentía que sus siete años de amor leal se los había comido cualquier perro. Ella miró a Enzo con una mirada helada y le dijo: “Solo le pedí a Eva que grabara ese video, no que lo borrara.”
Enzo la miraba sin expresión alguna mientras le decía: “Con las pruebas y testigos que hay, ¿todavía intentas excusarte?”
La sonrisa de Ainhoa era un poco desolada. ¿Por qué tenía que explicarle algo? ¿Acaso esperaba que Enzo le creyera? Siempre que se trataba de algo relacionado con Irene, Enzo se ponía de su lado sin condiciones. Ainhoa se mordió el labio, intentando mantener la calma en sus emociones.
“Si es así, entonces que comience la investigación, no voy a admitir algo que no he hecho, y aunque tenga que poner en juego a toda la familia Vega, voy a limpiar mi
nombre.”
Ella siempre había sido dulce y elegante, obediente y complaciente. Pero esa era la primera vez que Enzo veía esa versión de ella.
Él sonrió ligeramente y luego dijo: “Vaya, tienes una lengua afilada.”
“No te olvides, presidente Castro, que yo estudié derecho, si no fuera porque me atrajeron tus riquezas, creo que ahora sería una abogada excelente.”
Ainhoa dijo esa frase poniendo énfasis en ‘atrajeron tus riquezas‘, y sonrió de manera casi involuntaria. Parecía que ya estaba acostumbrada a que la gente la viera así.
Enzo estaba furioso, mordiéndose los dientes por dentro y le gritó: “¡Buena suerte con. eso!”
Dicho eso, salió de la habitación sin mirar atrás y dejando un portazo tras él. Al verlo bajar, Pablo saltó del auto y dijo rápidamente: “Presidente Castro, se olvidó de llevar el suplemento que compró para la secretaria de la Vega, ¿se lo lleva usted o lo hago yo?”
Pablo no había terminado de hablar cuando escuchó la voz fría de Enzo: “¡Tiralo!”
Pablo, al ver la herida en la comisura de la boca de Enzo, adivinó lo que había pasado y le aconsejó con buenas palabras: “Presidente Castro, esos suplementos que usted compró con tanto esmero, no se pueden tirar así como asi. La secretaria de la Vega solo está enojada porque usted no la atendió, es normal que tenga un pequeño berrinche. Si yo mandara a mi novia para que vaya a donarle sangre a mi ex, y además la abandonara, seguro que me arrancaría la piel. Solo se ha hecho un rasguño en la cara, no es nada serio. Cuando la secretaria de la Vega se calme, yo se los llevo.”
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Enzo pensó por un momento y miró a Pablo, con la imagen de la pálida cara de Ainhoa en su mente. 400 de sangre y la habían dejado así. Todos esos manjares que solía llevarla a comer habían sido en vano. Él dijo indiferentemente: “Como quieras.”
Luego sacó un cigarrillo del bolsillo, se inclinó para encenderlo y luego dijo: “Investiga qué pasó con las cámaras de seguridad.”
Pablo asintió al instante y dijo: “Lo revisaré ahora mismo. Usted tampoco cree que la secretaria de la Vega haría algo así, ¿verdad? Ella es competente y ha ganado su favor,, seguro que ya hay quien no la soporta y podría estar buscando una oportunidad para hacerla caer y tomar su lugar.”
Enzo inhaló profundamente del cigarrillo y sopló un círculo de humo. Su rostro apuesto estaba envuelto en el humo blanco, dándole un aire enigmático. Entrecerró los ojos y su voz sonaba fría: “¡Quiero ver quién se atreve!”
El auto se alejó lentamente, dirigiéndose hacia el Grupo Castro. Al abrir la puerta de la oficina, una voz amable sonó desde el interior: “Mi nieto mayor, ¿te sorprende ver a tu abuela?”
Patricia vestía un elegante traje azul claro y su cabello blanco estaba rizado. Aunque tenía más de setenta años, se veía radiante y rejuvenecida por una década.
El rostro de Enzo, que había estado frío hasta ese momento, se suavizó al ver a la anciana y la saludó: “¿Cómo es que ha venido? ¿No es mejor quedarse en casa cuidando las plantas?”
– Capitulo 16