La Obesion del ceo por Maricel98

Chapter Capítulo 134



Cuando reaccione me percate de que me encuentro en una habitación pequeña con las paredes de un color gris. Todo el lugar me resulta extraño.

Intente moverme, pero no pude hacerlo porque mis muñecas están esposadas en la cama al igual que mis tobillos

—¡Ayuda! ¡Por favor! —Grite con todas mis fuerzas

—Nadie te escuchará — Ríe un hombre quien sale rumbo del cuarto de baño.

Cuando escuche su voz tenía sospechas, pero al mirar su rostro confirmó su identidad.

Solloce con fuerza al mirarlo y él simplemente ríe a carcajadas.

—¡No! ¡Esto no puede estar pasando!.

—Tranquila, chiquita —Diego se acerca a mí llevando sus manos a mis mejillas—Te aseguré que muy pronto volvería por ti

—¿Cómo?.

—Eres muy ingenua, Belinda. En este país el dinero compra todo. No tienes una idea cuanto disfrute matar al perro de Mario porque él asesinó a nuestra beba y comprar a los forenses que lo identificaron fue pan comido. —Él lleva su mano a mi cuello —Durante estos meses te he observado todo el tiempo.

—Algo en mí me decía que estabas vivo.

—Nunca te desharás de mí, Solo…

—Solo Muerta —Completo su frase

—Exactamente

Sentí que mi corazón se estrujó cuando escuche el llanto de un bebé. De inmediato una mujer, a quien reconozco a la perfección porque se trata de Verónica, ella se acercó con Elizabeth en brazos.

—Está preciosa — Expresa Diego mientras la carga en brazos —Me recuerda a nuestra Sarita

—No le hagan nada a mi hija.— Le suplico

—¿Verónica cómo están los Pitbulls?.— Le pregunta a su cómplice

—Hambrientos. —Ella ríe

—Diego por favor, dámela.— Le ruego

—Llévate a la muñequita y por ahora que los Pitbulls sigan amarrados —Le indica a Verónica y ella se aleja no sin antes darle un beso en los labios.

—¿Dónde está mi bebé?— Le pregunto refieriendome a Max

—El mocoso ya no está con nosotros Sᴇaʀᴄh thᴇ FindNøvᴇl.nᴇt website on Gøøglᴇ to access chapters of novels early and in the highest quality.

No logró controlar mis sollozos lo cual aumenta su risa.

—¡Eres un maldito monstruo!.

—No toleras una broma. El mocoso se quedó en su cuna, tranquilo.

—Deja que Elizabeth se vaya por favor.

—No es Elizabeth sino Sarita. Es nuestra hija y las dos me pertenecen.

Al escuchar sus palabras me percató de que Diego ha perdido la poca cordura que tenía.

Me alarmé cuándo él comenzó a despojarse de su ropa quedando únicamente con sus boxers.

—¡Diego por favor no! —Le suplicó entre lágrimas cuando él se posiciona encima de mí.

—He sufrido demasiados meses sin ti, Belinda. Te haré mía durante esta noche y todas las noches de tu vida. Mañana nos iremos muy lejos los tres a donde nadie nos conozca. —Él ríe burlón —Es una pena que no conozcas el idioma de nuestro próximo hogar. No tendrás forma de huir.

—Me buscarán, Fernando siempre me buscará.

Él ríe burlón —Muy pronto tú y la niña estarán muertas oficialmente, como yo lo estoy. Es una pena que los secuestradores no aceptaron el rescate y las liquidaron.

Siento que el asco me invade cuando él une sus labios a los míos en un beso efusivo e intenso con el cual me quita todo el aire. Adentra su asquerosa lengua en mi garganta mientras sus manos se deslizan hacia mis muslos subiendo mi camisón.

—Me sigues volviendo loco — Deja varios besos efusivos en mi cuello —Extrañaba demasiado esto.Tus malditas piernas y cada parte de ti logran que pierda la cordura, Belinda.

Diego planeó todo perfectamente porque al tener con él a Elizabeth me amenazara toda la vida con dañarla y no tendré ninguna forma de huir o impedir que me lastime.

—Eres mía, mi mujer y hago contigo lo que quiero. —El asqueroso no deja de lamer mi mejilla—Deliciosa te haré mía hasta hartarme

—Házmelo por atrás —Le pido

—Te quitaré las esposas y si intentas algo te acabaré.

Él lleva sus manos hacia un cajón y de allí saca una caja pequeña con la cual me quita las esposas. Luego manipula mi cuerpo y me coloca boca abajo.

Deja una mordida en mi trasero y luego dibuja un camino de besos rumbo hacía mi hombro dejando besos y mordidas allí.

Él entró de una sola embestida en mí moviéndose lentamente sin dejar de susurrar en mi oído que le pertenezco .Comencé a buscar con la mirada algo que pueda utilizar como arma, pero no logró ver nada.

—Ah ah Belinda —Él no deja de morder mi cuello efusivamente —Eres mía, mi perra.—El infeliz jala mi cabelllo embistiendome con mayor fuerza —¡Maldita zorra nadie me calienta de esta forma!

Cuando encontré un florero con la mirada sin dudarlo lo agarré y lo partí en su cabeza.

Cubrí mi cuerpo desnudo con una bata que encontré y salí lo más rápido que pude de esa maldita habitación. Me guie por el llanto de mi bebé hasta encontrar la habitación en la cual está dormida.

Una mujer la cuida, pero ella está dormida. Sin dudarlo tome a mi niña entre mis brazos y salí de esa habitación para continuar corriendo.

Me percaté de que me encuentro en un hotel el cual parece deshabitado, pero no me importa yo huiré de aquí.

—¡Belinda! —Escuche los gritos de Diego seguido de dos disparos al aire.

Sin embargo, no me detuve y continúe corriendo, me aleje de la propiedad unos centímetros y me percaté de que me encuentro en un lugar apartado del jardín en el cual se encuentran tres perros Pitbulls encadenados.

Los animales se ven furiosos y no dejan de ladrar.

Creí que era una bromas, pero al parecer Diego si tiene a estos animales.Recuerdo que desde que es pequeño le ha fascinado maltratar a los animales.

Me percaté de que hay un machete en el suelo y deje a mi niña resguardada en la parte trasera de una camioneta la cual se ve abandonada y está ubicada a varios centímetros del sitio.

La cubrí con una manta para ocultarla, procurando que ella logre respirar.

—Belinda, baja eso. Estas pérdida, perra. Te irías conmigo y a esa niña se la comerán mis perros.

—Nunca la tocarás—Le aseguró entre lágrimas mientras él se acerca a mí sin bajar el arma

—Eres solo mía y siempre lo serás.

—Solo Muerta —Grite mientras le pegue con el machete en el brazo. Él cayo al suelo y en ese momento fui rápida y me puse en un lugar seguro mientras libere a los Pitbulls.

Los animales se centraron en él. Al primero logró dispararle y cayó al suelo, pero el segundo se encargó de destrozar su brazo y el tercero se centró en la pierna.

Es horrible escuchar sus gritos y ver la sangre que emana de su cuerpo.

Subí a la camioneta junto con mi pequeña y la tomé entre mis brazos sin dejar de llorar.

Dentro de pocos minutos escuché los sonidos de la patrulla.


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