La Novia Equivocada Novela de Day Torres

Chapter Capítulo 96



LA NOVIA EQUIVOCADA by Day Torres CAPÍTULO 96
JUEGOS DE SEDUCCIÓN. CAPÍTULO 13. Te falta mucho para llegar a mi nive Las manos le temblaban, el pecho le dolía.El
mundo daba vueltas a su alrededor como si se estuviera destruyendo poco a poco.
A lo lejos alguien gritaba su nombre y de repente en su campo de visión, que solo incluía el blanco borroso del techo, secolaron
un montón de rostros preocupados.
-¡Rex, Rex, cariño! ¿Estás bien? - la voz de Meli era un ancla a la realidad, pero la realidad era algo doloroso a lo que noquería
volver.
¡Abby era Sophi! ¡Abby era su Ballenita! Y lo único en lo que Rex podía pensar eraen él haciéndole todas aquellas cosas
innombrables.
- ¿Llamo a una ambulancia? —preguntó Harrison apresurado.
-¡No, espera, ya está reaccionando! -respondió Serina y muy espacio lo ayudó a sentarse -.
Debe ser un bajón de azúcar, solo necesita un café -aseguró.
Rex tenía la mirada perdida, y se sujetaba el pecho de una forma que alarmó a todos.
De repente ella se coló entre la gente y se acuclilló frente a él, con unos ojos tan ¡nocentes como si de verdad la condenada
acabara deverlo por primera vez después de casi diez años.
- ¿Te ganó la emoción...
tío? —le sonrió con dulzura y los ojos de Rex se cristalizaron.
Abby...
¡Sophi! ¡Era Sophi! Sophi tomó su mano izquierda, la apretó brevemente y luego la subió a lo largo de su brazo hasta casi llegar
a su hombro —¿Te duele este brazo? La vida, ila vida era lo que le dolía a Rex! Pero en cuanto sintió su tacto exhaló un
gemido.
-¿Te duele?

-¡Ahora sí! -susurro apenas y Abby...
¡Sophi! ¡Maldita,sea, Sophi! se giró hacia Meli, -Sí es mejor que lo llevemos al hospital, mamá, le duele el brazo izquierdo -
dijocon una calma que aterrorizó al exfutbolista-.
Es mejor prevenir.
Nathan lo ayudó a levantarse y lo metieron a una de las camionetas que salió inmediatamente hacia elhospital.
Rex no sabía si hablar, llorar o ponerse a gritar, solo podía recordar aquellas palabras de Ab...
¡Sophi! "Es que tú todavía no lo sabes, pero yo soy un adelanto del fuego delinfierno que te tienes merecido." 2 Y parecía que
así era, porque sentía que literalmente su cuerpo estaba ardiendo y no era de la emoción.
Llegaron al hospital y enseguida admitieron a Rex en Urgencias.
La familia fue llegando poco a poco, y esperaron impacientes a que le hicieran todos los estudios correspondientes.
Al fin, después de una espera que a todos les pareció eterna, el doctor salió a hablar con ellos.
-¿Cómo está Rex? —preguntó Meli apenas lo vio.
-Está bien, no tuvo un infarto sino un ataque de ansiedad - respondió el médico con calma -.
Pero necesitaremos hacerle más pruebas para descartar cualquier otra posibilidad.
-¿Ansiedad? —repitió Nathan sin poder creerlo—.
¿Rex Lanning con ansiedad? -Bueno...
¿ha sufrido alguna emoción fuerte últimamente? -preguntó el galeno.
-No que sepamos.
Bueno, su sobrina llegó hoy de Europa, fuimos a recibirla, y no la veía desde hacía diezaños pero ¿la alegría causa ansiedad?
—preguntó Meli.
-Todo puede causar ansiedad, señora King.

Por ahora le daremos unas pastillas para la ansiedad y lo importante será que tenga mucha tranquilidad -aconsejó el médico-.
No queremos que se vuelva a repetir.
-Claro, claro - dijo Nathan.
Enviaron a toda la familia a la casa y solo se quedaron Meli y Nathan, Sophi y Will, los abuelos Lanning y por supuesto,
Serina,que a aquella hora no sabía dónde meterse ni a dónde irse.
-¿Podemos pasar a verlo? —preguntó Sophi al médico.
- Claro que sí.
De hecho le daremos el alta de inmediato, hubo un accidente en la autopista 116 y necesitamos todas las camas posibles.
¿Quién viene a hacer el papeleo? Los abuelos Lanning se ocuparon mientras ellos se metían alpequeño cubículo donde Rex
reposaba en una cama levantada.
Rex volvió a ponerse pálido al ver a Sophia y todo fue peor cuando Serina seacercó a él de inmediato y tomó una de sus
manos.
- Rex, cariño.
¿Te sientes bien? ¡Qué susto nos diste! ¡Y yo que pensé que solo era un bajónde azúcar! ¡Te juro que casi me muero de la
impresión...! Todos lo miraron con un poco de lástima cuando la chica no dejó de hablar por los siguientes cinco minutos, y Rex
creyó que esta vez sí infartaría al ver a William Bishop pararse detrás de Sophia, rodear su pecho con un brazo con gesto
posesivo y besarla en la cabeza mientras los dos suspiraban en aquel condenado acurrucamiento vertical que parecía muy
natural en ellos.
-¿Sabes qué Serina? Ahora sí me bajó el azúcar.
¿Me traes un café? - casi le suplicó Rex, y se llevó dos dedos al puente de la nariz cuando la vio irse..
-Los hombres de tu edad no deberían buscar mujeres jóvenes, tío - dijo Sophi con voz suave yél clavó en ella una mirada llena
de incredulidad-, lo que tú necesitas es una mujer madura, que sepa dar primeros auxilios y reconocer infartos.
Todos a su alrededor rieron un poco, pero Rex estaba al borde del colapso otra vez.

-Pues parece una linda chica, muy inteligente...
si solo hablara menos-murmuró Meli.
-¡Ay, mama! ¡Como si él la quisiera para hacer los crucigramas del periódico! -replicó Sophi con una sonrisita coqueta-.
¡Esta es de las que le espantamos por la madrugada! ¿No es verdad, tío? Rex no dijo una palabra.
Todo se le atoraba en la garganta, sin embargo cuando por fin el Alta del hospital estuvolista, se aseguró de que Serina no se
fuera a casa con él.
-Señor Lanning, por favor - le dijo Will con la mayor amabilidad del mundo, abriéndole la puerta de la camioneta que él estaba
conduciendo.
-No...
no quiero molestar-murmuró Rex mesándose los cabellos.
Además tengo que pasar por una farmacia para comprar las medicinas que me mandaron y...
-¡Ninguna molestia, señor Lanning! ¿Cómo se le ocurre? -insistió Will y a Rex no le quedó
más remedio que subirse al auto.
Había conocido a Will Bishop cuando solo tenía doce o trece años, y debía reconocer que había pegado un estirónpoderoso.
Ahora era diseñador de autos para la Mercedes.
Seguía siendo afable y respetuoso, su mano siempre estaba en alguna parte del cuerpo de Sophi, tocándola,era un
entrelazador de dedos nato y ella...
ella se veía tan a gusto con él.
3 Pocos minutos después se detuvieron frente a una farmacia y Rex se bajó para comprar el medicamento, porque aquel
exceso de ternuralo estaba haciendo agonizar, literalmente, pero muy pronto Will lo alcanzó también en la fila.
Rex compró sus pastillas que ojalá lo durmieran como a un elefante, y estaba a punto de alejarse del mostrador cuando lo oyó.

-¿Tiene condones?-preguntaba William con amabilidad y Rex sintió que aquellas dos palabras eran dos patadas de karate
directo a su estómago.
-¿Talla?
-¿Extra grande tiene? Ese no...
ese no...
ese no...
jese, sí gracias! -sonrió Will y más de una en la fila ronroneó junto con la dependienta.
2 -¿Regulares o de sabores? —preguntó la mujer y Rex empezó a sudar frío.
—Mmmmm de sabores, más entretenido - rio Will.
-¿Con textura? - preguntó de nuevo la dependienta y aquel ataque de ansiedad empezó a escalar de nuevo.
-¿Qué tipo de texturas? —preguntó Will con inocencia y las chicas tras él rieron.
-Bueno...
este tiene como unos pelitos de látex en la punta - dijo la dependienta sonrojada de vergüenza, pero nadie estaba más rojo que
Rex—.
Son como tentaculitos, dicen que se disfruta mucho.
Will tomó el empaque de condones y lo leyó.
-Se ve bien, pero ¿y si estos tentaculitos le molestan en la garganta? - preguntó y los nudillos de Rexse pusieron blancos de
agarrarse al mostrador.
8 -Pues supongo que depende de qué parte de la garganta le toque...
- Como hasta aquí -dijo William señalándose la manzana de Adán, y Rex golpeó sobre el mostrador sin poder contenerse.

-¡Es de Sophi de la que estás hablando, maldit@ sea! -gruñó con impotencia y lo peor de todo era saber que en esa garganta
cabía hasta ahí...
y más.
-¡Bueno bueno, sin tentaculitos! -dijo Will y ante los ojos azorados de Rex compró diez paquetes-.
Es que hace dos meses que no la veo, apenas nos encontramos en el aeropuerto antes de venir-se justificó y para el
exfutbolista aquellofue como una declaración de que esa noche William Bishop tenía toda la intención de hacer a Sophi treparse
por las paredes.
3 Ni siquiera supo como regresó a la casa, como soportó toda la celebración, la fiesta, lasmiradas suaves e indiferentes de
Sophia, como si aquellas seis semanas entre ellos jamás hubieran sucedido.
Ella simplemente compartía con la familia y no dejaba de decirle "tío’'.
i Jamás le había dicho así en su vida! Pero ahora era como si quisiera reafirmarlo tan seguido como pudiera.
Rex la vio conversar con cada miembro de la familia, bailar con Will, y finalmente decidieron instalarse los dos en la casita
dehuéspedes que una vez había sido de Rex...
solos! 1 Simplemente no podía tolerar aquello.
Rex sentía que se ahogaba a cada minuto que pasaba, y cuando ya no fue capaz de seguir soportándolo,se escabulló entre la
gente y la siguió sigilosamente a la cocina.
Ella estaba a punto de volver con otra botella de champaña, y cuando él se acercópor detrás, su corazón casi salió volando de
su pecho, pero aun así Rex cerró una mano sobre su muñeca y la arrastró por los oscuros corredores de la casa hasta una
habitación apartada.
-¿Qué haces? — le susurró Sophia al detenerse, y él sintió como si una descarga eléctrica le atravesara el cuerpo.
-¿¡Qué hiciste!? -gruñó sin pensarlo dos veces y se giró para mirarla a los ojos—.
Necesito una explicación...
No, ite la exijo! ¡Te exijo una explicación! ¡Me la debes!

Sophi sonrió con suavidad y lo peor de todo era que no había ni una gotade antagonismo en su voz.
-Yo no te debo nada, porque no te exigí nada tampoco -replicó con un suspiro de resignación -.
Somos dos adultos perfectamente capaces de olvidar lo que pasó.
Al fin y al cabo, eso es lo que hemos estado haciendo durante nueve años jnoes así? ¿Olvidándonos el uno al otro, no era eso
lo que querías que yo hiciera? 3 Rex arrugó el ceño con desesperación y se llevó las dos manos a la cabeza.
-¡Maldit@ sea, Sophi! ¿Estás loca? - siseó- - ¿Crees que puedo olvidarme de las últimas seis semanas? ¿Crees que puedo
olvidarme de lo que te hicede...
de todo lo que pasó?! Ella lo miró a los ojos con una expresión indescifrable en los suyos.
-Sí, eso espero -murmuró-.
Porque si no lo haces entonces...
te falta mucho para llegar a mi nivel.


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