Chapter Capítulo 5
Decisión
Llegue a casa, si es que podía seguir llamándole casa. Tenía los ojos y la nariz
enrojecida de tanto llorar en el auto, aunque debido a la presencia del chófer, tuve
que hacerlo en silencio, solo limpiando cada lágrima de dolor y furia.
“Tonta” me decía a mí misma, con mi voz interior. ¿Por qué había actuado así? ¿Por
qué fui tan estúpida?
Mi relación con Arthur técnicamente no existía, yo era solo un bonito adorno en su
casa y nada más, pero ahora él se había dado cuenta de mi existencia y
desgraciadamente de la peor manera.
Entre a la casa y me encerré en mi habitación para seguir maldiciéndome, para
reclamarme y tratar de recordar cada segundo de humillación, no solamente para
autoinfligirme dolor porque tal vez me lo merecía, sino también para que en un futuro nadie volviera a humillarme y yo no fuese tan ingenua en creer que alguien que no
me había mirado en meses hiciera algo en compensación por el abandono.
Ahora entendía qué Arthur vivía su propia vida y aun con esposa o no, él no dejaría su
vida sobre todo por alguien que solo significaba un papel, pero… había algo que
realmente no entendía.
¿Por qué se había casado conmigo?
Es decir, sabia que mi padre había concretado este matrimonio por beneficio mutuo,
un acuerdo. Mi padre ganaba un soporte financiero en caso de necesitarlo, pero ¿Y él? ¿Qué ganaba con nuestro matrimonio?
Por supuesto, existía el renombre de ser el yerno de mi padre y con el simple hecho. de que la Élite lo supiera, con ello le habría muchas puertas, pero debía existir otra
razón, algo que tal vez lo hubiera orillado a tener que casarse conmigo.
No sé había atrevido hacerme nada desde nuestra boda, yo aún era virgen, asi que
tampoco podía decir que buscaba satisfacer algún enfermo y depravado capricho
con alguien de mi edad, así que podía descartar eso.
Me quedé toda la noché despierta, pensando y analizando cada pensamiento qué sé me venía a la mente. Prefería eso a seguir lamentándome porque en algún momento
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mis lágrimas habían dejado de fluir y se hablan secado. No me quedaba más dolor,
pero si resentimiento.
Cuando los primeros rayos del sol tocaron mi ventana, me levante sintiendo un grant peso encima y no solo por el cansancio emocional o mi insomnio, sino que sentí la necesidad de buscar venganza.
¿Era yo una persona vengativa?
La respuesta era un rotundo no, pero Arthur se lo había ganado a pulso, sin embargo, hacer algo en su contra no era algo precisamente fácil y claro, no podía comportarme como una tonta otra vez creyendo qué gastando su dinero en tonterías serviría de algo. No
Debía hacer algo que realmente le doliera, pero al mismo tiempo tuviera las manos
atadas, pero… ¿Qué?
No conocía a Arthur lo suficiente como para conocer sus debilidades. Cuando llegaba de imprevisto, él no dormía en la misma cama, así que en mi habitación no había nada suyo, era más bien como si en realidad yo fuese una inquilina y no una esposa. Eso era un tanto deprimente.
Me senti un tanto impotente mientras me dirigía a mi oficina o mejor dicho el comedor, era bastante temprano como para desayunar, así que comencé
adelantando algunas clases pregrabadas qué mis maestros preparaban si no podía
ver las clases en vivo.
Y quizás por ser tan temprano sentí que el comedor, que antes me parecía cómodo y acogedor estaba bastante frío, así que me cerré la bata de seda color perla qué
llevaba puesta. Mire hacia la ventana y me puse a pensar.
“¿Qué haría mi padre en una situación similar? ¿Cómo se ve garúa de alguien tan
exitoso y poderoso como lo era Arthur?”
Se me vino un pensamiento a la cabeza, una idea bastante cruel aunque difícil de
lograr que me hizo creer que tal vez si era una digna hija de mi padre.
“Sus negocios”
El problema residía en una simple, pregunta: ¿Cómo alguien como yo, a quien
acababan de humillar de la manera más ofensiva para una mujer, podía acabar el
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Imperio de un hombre como él?
No sabia mucho sobre negocios, pero si tenía muchos contactos. Podía ser qué not
tenia amigos, pero habla conocidos a los padres de mis últimos compañeros de
Π
clase, hombres con poder qué podían hacer mucho por mi si sabia como mover mist cartas, sin embargo, no podía hacer mucho mientras estuviera encerrada ahí, aunque tampoco era como si pudiera irme solo porque estaba enojada.
Había sido testigo de que actuar por impulso no era una buena idea, así que al menos:
por ese día debía concentrarme en mis clases, no queria que por culpa de ese imbécil
mis notas bajaran solo por estar tan distraída en mi venganza, también debía pensar
en mí.
Cuando la señora Helen hizo su aparición por la puerta, con mi desayuno en sus manos creí que tendría una mañana común y corriente. Ella me miro con cautela y no era para menos, tanto mis ojos como mi nariz estaban rojos e inflamados, pero por suerte no dijo nada, ni un comentario, sin embargo, poco después de dejar mi. desayuno a mi lado, volvió para dejar algo más, una pequeña canasta que se parecía mucho a las que colocaban todas las mañanas en el baño después de hacer el aseo.
En ella, había un tónico facial, así como una mascarilla que al parecer tenía el objetivo de desinflamar el rostro. Senti vergüenza al no preocuparme de mi apariencia, así que una vez que seguí el instructivo, tome mi teléfono móvil y comencé a buscar en tutoriales la mejor forma de llevar un skincare, luego de eso, pase a videos que me llevaron a los bloqueadores solares y al final termine en la sección de maquillaje.
Para el medio día, hice mi primera cita con el dermatólogo y por supuesto, también. contraté a una maquillista profesional para que me diera clases particulares de como maquillarme y lucir espectacular, con la finalidad de que nadie más me viera con un aspecto deplorable.
Cuando mis clases terminaron, me dedique a comprar ropa como si mi vida
dependiera de ello y esta vez no me senti culpable por gastarme ciento de miles de dólares en ropa costosa, ya que esta vez sentí que de una u otra manera, Arthur debla comenzar a pagar lo que me habla hecho.
Compre ropa, más no la que yo solla usar, ropa recatada que por lo general no llamaba la atención de nadie y es que la verdad no lo habla necesitado hasta este
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momento. No buscaba vestirme para Arthur, eso sería como darle un maldito premio, sino que buscaba mezclarme en su mundo, hacerlo caer viéndome tal y como las mujeres que él buscaba, después, una vez que lograra hacerlo perder bastante dinero, volvería a mi vida y al cumplir los 18 años haría valer mis derechos paral
obligarlo a darme el divorcio porque nada ansiaba más que eso.
Para cuando llego la hora de la comida, ya tenía todo un arsenal en mi carrito de
compras digital, estaba muy emocionada, pero al mismo tiempo, asustada.
Todo lo que en mi mente comenzaba a maquinarse no debia saberlo nadie, sobre todo mi padre. Se suponía que sacaría provecho de mi matrimonio, quizás no ahora, pero sí más adelante, así que debia ser cuidadosa y hacerme de mi propia reputación para que el nombre de mi padre no estuviera persiguiéndome a donde quiera que fuera. Yo debia abrirme paso a donde quiera que fuera, así que para evitar que me involucraran con mi familia paterna y la de mi esposo, debia hacer mi propia marca.
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