Chapter Capítulo 20
Mentiras
Mentiras
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-¿Qué esta sucediendo aquí, Arthur?– expreso Taylor tomándose la osadía de dirigirse a él con cierta familiaridad, algo que ni siquiera yo me había atrevido hacer, al menos nunca le había hablado por su nombre–¿Por qué esta ella aquí?
Me miro como si no fuera más que una cualquiera, como si entre las dos hubiese un nivel o una diferencia de clases y por supuesto, yo también lo pensé de esa forma, solo que la única inferior o mejor dicho, basura, era ella.
-Las preguntas aquí las hago yo–expreso Arthur rodeando su escritorio y pasando por detrás de ella para tomar asiento en su lugar- por favor toma asiento.
Le señalo una de las sillas de enfrente y por lo que vi esto parecia ser más bien un juzgado y el juez, desgraciadamente sería Arthur. Solo que temí que ese inútil e inepto le diera la razón a ella, de hecho, enseguida intuí que había sido la misma Taylor quien me había culpado de todo, de otra forma ¿Por qué Arthur lo pensaría?
Taylor frunció el ceño y no aparto la mirada de mi hasta que se sentó siguiendo las
ördenes de Arthur.
-Tu también Christine–expreso y me parecio que al pronunciar mi nombre no había sido tan rudo, pero no iba a confiarme de ese lobo vestido de oveja, intuí que esos dos tal vez pensaba devorarme, aunque no literalmente.
Torci los labios y me acerqué a ese asiento junto a Taylor y que no hubiera dado por tomarla de su bonito cabello y portarme como una maldita pordiosera luchando por una hogaza de pan con esos mechones rubios para convertirlos en un nido de pájaros, al menos así algo en su cabeza sería útil porque su cerebro no le había servido de mucho últimamente. ¡Mira que culparme a mi por el video!
Me arrellané sobre mi asiento de tal forma en que no tendría que verle realmente el
rostro, esa maldita bruja ni siquiera tener la bendición de mi presencia, pero no me quedaba de otra, había seguido a Arthur por alguna razón y quería escucharlo.
-¿Y bien?-me queje.
Arthur me lanzó una mirada de reproche, quizás por lo desesperada que estaba de encontrarme ahí, pero si a él le dieran a elegir entre arrojarse de un edificio o estar en
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una habitación con un rival suyo, quizás elegiría la primera opción o al menos yo lo
haría, no tenía por qué soportarla.
-Dijiste que mi esposa había filtrado el video ¿No es así?– le cuestiono alzando una ceja, la derecha con cierto aire de indignación.
-C–claro–respondió algo nerviosa mientras su mirada viajaba de Arthur hacia mí como si no supiera exactamente lo que estaba ocurriendo- ¿Por qué lo preguntas?
-Quiero que compruebes lo que dices–me parecio que aquello era un reto–me aseguraste que había un video que mostraba el rostro de Christine mientras
husmeaba por aquí ¿No?
-D–dije que…me parecio que era ella- respondió con evidente nerviosismo al hablar.
-¿Tienes pruebas si o no?-repitió Arthur su pregunta azotando su mano contra la superficie del escritorio.
-Si- insistió, pero no me parecio que estuviera del todo convencida, de hecho me parecía que aquella respuesta afirmativa la había escupido al no tener otra opción, estaba en cierto modo atrapada, eso intuí. Yo estaba segura de que no había cometido nada en contra de Arthur o Taylor y mucho menos exponiéndome a mí misma en el proceso, aquí había gato encerrado- pero yo no la tengo, el video esta en al área de seguridad, iré por la grabación.
Taylor se levantó, se dio la vuelta y camino hasta la puerta, pero antes de que pudiera abrirla la voz de Arthur hizo eco en la habitación.
-¡No te he dado el permiso de levantarte!– grito y entonces al volverme hacia Taylor vi que ella, como un perra regañada, volvía a su asiento junto a mí. Al principio todo indicaba que esto sería un desastre para mí, pero al parecer las cosas en realidad no iban bien para Taylor.
-El departamento de seguridad esta muy lejos como para que tengas que ir y volver, te tardarías una eternidad y tiempo ahora es algo que no tengo, así que llama a alguien para que lo traiga en este momento–explico Arthur con voz severa en un tono frío y firme, importándole poco si era o no otra más de sus zorras. Solo entonces comprendí que había algo que a mi querido esposo le interesaba más que un cuerpo bonito y el sexo desmedido, tener la razón.
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Al parecer a Arthur no le agradaba que le llevaran la contraria y por supuesto que lo dejaran en ridículo frente a alguien más, en este caso yo. Prácticamente, habíamos hecho una apuesta sobre este asunto y gracias a las suposiciones de su zorrita, quien tendría razón aquí sería yo.
Taylor tomó el auricular del teléfono fijo, trago saliva y marco un par de números para Hamar a alguien en ese departamento, esperamos unos segundos mientras la
llamada entraba y yo observaba atentamente como la misma Taylor se destruía a sí misma con su nerviosismo y duda.
-Hola, buenas noches–dijo Taylor.
-Coloca el altavoz–ordeno Arthur para no perderse ningún segundo de esa llamada, aunque no supe exactamente por qué. ¿Acaso comenzaba a dudar de Taylor?
-C–claro- dijo ella mientras apretaba un botón de ese teléfono para que todos estuviéramos al tanto- soy la periodista Taylor James, hace unos días yo y el editor jefe acudimos a revisar los videos de seguridad para averiguar algo sobre la persona que robó el material de su oficina.
-Sí, por supuesto- contesto una voz masculina.
-¿Podrían traerlo a mi oficina para revisarlo de nuevo, por favor?
-Ah, si tiene una autorización firmada por el editor en jefe, podemos darle una copia mañana por la mañana–le aseguro el hombre ignorando que el pellejo de Taylor estaba en juego.
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