Entre el Peligro y el Deseo por Soraya

Capítulo 14 

María realmente no esperaba que Manuel dijera una frase como esa. 

Su voz de repente se volvió aguda: 

-¿También quieres aprovecharte de la situación? Con tu atractivo y poder, ¿cómo es posible que te falte una mujer? 

-No me falta una mujer, pero me falta una mujer como tú-Manuel respondió con una ligera sonrisa. 

-¿Qué quieres decir?-Maria de repente se dio cuenta de que el pasillo estaba vacío, solo quedaba ella enfrentando a Manuel, cuya presencia era abrumadora. Se sentía nerviosa y sudaba frío como si estuviera frente a un enemigo formidable. 

-Lo que dije literalmente-Manuel habló con calma. 

María no entendía sus palabras y lo vio moverse desde un lado directamente hacia ella. Sus afilados ojos negros mostraban un deseo sin restricciones. 

La mirada del hombre estaba llena de un deseo descarado. 

-Tú, no te acerques. 

María no pudo evitar tragar saliva y retrocedió nerviosamente bajo su mirada intimidante. 

Hasta que su espalda tocó la puerta de la oficina, se dio cuenta de que detrás de la puerta estaba la oficina de Luis. 

Ella agarró la manija de la puerta con la mano y abrió la puerta para entrar rápidamente. 

-¿Señorita García, necesitas algo? 

Al ver que María volvía, Luis detuvo lo que estaba haciendo y preguntó con sorpresa. 

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-No, no es nada-María agitó rápidamente la mano, sintiéndose muy incómoda. No podía decirle a Luis que volvió corriendo para escapar de un hombre. Esperaba que Manuel fuera lo suficientemente sensato como para no seguirla. Claramente, había subestimado la tenacidad de ese hombre en su caza. 

Al siguiente momento, alguien empujó la puerta desde afuera y Manuel entró, con una mirada penetrante fijada en María. Sin embargo, sus palabras estaban dirigidas a Luis. 

-Puedes irte por ahora. 

Luis miró a Manuel y luego a María, entendiendo un poco la situación. 

-Está bien, de todos modos, necesito salir por un momento. Pueden hablar. 

Luis pasó junto a María, quien instintivamente trató de retener su mano para que no se fuera. 

-Doctor Rodríguez, voy contigo. 

Si bien Nicolás ya era bastante dificil de tratar, Manuel era diez veces peor. María tenía confianza en enfrentar a Nicolás, pero no tenía el coraje para enfrentar a Manuel. 

-En cuanto a los García, aparte de mí, nadie más puede ayudarte- Manuel se sentó en el sofá, relajado. 

Tenía razón, en todo Aurelia, había muy pocas personas que pudieran ayudarla, y Manuel era la única. 

Lo que dijo era cierto. 

María soltó suavemente la mano de Luis y, con una sonrisa forzada para ocultar su confusión, le dijo: 

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-Doctor Rodríguez, tengo algunas cosas que discutir con el señor 

Sánchez. 

-Está bien-Luis asintió antes de retirarse. 

Cuando Luis se fue, María enfrentó la mirada de Manuel y le preguntó 

directamente: 

-Si me ayudas, ¿cuáles son tus condiciones? 

-¡Atiéndeme bien!-Manuel respondió. 

Maria no era tonta y entendió claramente lo que Manuel quería decir con “atender”. Sin embargo, después de la doble traición de Nicolás y con su padre en coma, no tenía ningún interés en los hombres en 

este momento. 

María de una rechazó la propuesta. 

-¿No puedes considerar otras condiciones? 

-No-Manuel respondió con una actitud excepcionalmente firme. 

Su persistencia ante el rechazo de María lo enfureció. De repente, se levantó del sofá y se acercó a ella. Un brazo fuerte se posó en su hombro para mantenerla quieta, mientras que su otra mano 

acariciaba su rostro. 

Sus dedos se deslizaron lentamente hacia abajo… 

La situación se volvía cada vez más ambigua, como aquella noche caótica, cuando un hombre desconocido la oprimió una y otra vez. 

Incapaz de resistirse a sus avances, la respiración de María se volvió más agitada. 

-¿Qué, qué estás haciendo? 

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