Chapter Capítulo 2
2
Aun no había salido del cementerio cuando recibí una llamada del administrador.
Alguien estaba desenterrando la tumba de mi madre!
Estas palabras cayeron como un rayo en un día despejado, destrozando mi corazón una vez más. Inmediatamente di la vuelta y corrí como loca hacia la tumba de mi madre.
Mi madre fue una mujer bondadosa toda su vida, dio todo por mí. Incluso cuando supo que tenía una enfermedad cardíaca que ponía en riesgo su vida, me pidió que, en su tumba, no se grabara su nombre, solo las palabras: Que mi hija tenga una vida de paz y felicidad.
Dijo que estas palabras representaban su mayor deseo en la vida.
Diego, seguro que a mi hijo le encantará esta nueva casa.
Cuando llegué, vi que ya habían colocado la urna con las cenizas del perro de Leticia en la tumba de mi madre. Dos guardaespaldas estaban rellenando la tierra.
Y la urna de mi madre estaba tirada a un lado, sola.
-¿Qué están haciendo?
Corri hacia ellos y les pregunté frenéticamente: -¿Quién les permitió desenterrar la tumba de otra persona?
Leticia fingió asustarse y se escondió en los brazos de Diego: -Este es el nuevo hogar que elegí para mi hijo. Ya hablé con el administrador del cementerio. Vi que la inscripción en la lápida decía Que mi hija tenga una vida de paz y felicidad‘. Pensé en darle un poco más de dinero a la hija del difunto y ella aceptaría. ¿Por qué te pones tan enfadada? Das miedo.
Los ignoré y arrebaté la pala de las manos del guardaespaldas, comenzando a desenterrar
frenéticamente la tierra que acababan de poner.
-¡Blanca, deja de hacer tonterías! ¡Déjalo ya!
Diego me arrebató la pala.
-¡Diego, eres inhumano!
Grité de rabia y empecé a cavar con las manos.
Al ver que casi alcanzaba la urna, Leticia se desesperó: -¡Deténganla! Mi hijo ya ha sufrido mucho, no permitíré que lo desentierren de nuevo.
Los dos guardaespaldas inmediatamente me sujetaron.
-¡Déjenme!
Luche con todas mis fuerzas, pero no pude liberarme.
-Leticia ya está muy triste, y tú aún quieres desenterrar la tumba de Pepe para molestarla. ¡Es demasiado! Pídele disculpas de inmediato.
-¡Nunca!
Leticia desenterró la tumba de mi madre para enterrar a su perro. La odio con todo mi ser.
-Diego, siempre dices que es dulce y comprensiva, pero solo se hace la buena delante de ti. ¿No viste
lo loca que se puso? Si te casas con ella, todo el mundo se burlará de ti.
Leticia aprovechó la oportunidad para criticarme, lanzándome una mirada desafiante.
-La mujer mía no será objeto de burla de nadie.
Las palabras de Diego hicieron que Leticia mostrara una ligera insatisfacción, pero rápidamente se recompuso, ya que era experta en fingir.
Como cuando decidió adoptar un perro, aunque no le gustaba.
Diego se acercó a mí con una expresión severa: -Blanca, me decepcionas por ponerte así por una tumba. Pídele disculpas a Leticia y consideraré perdonarte.
-¿Y si no quiero?
Apreté los dientes, sin dar un paso atrás.