Chapter Capítulo 290
Capitulo 290: Surgió el Deseo de Matar
Al ver a don Raúl solo, Valentina se acercó de inmediato para empujar su silla de ruedas.
-¿Cómo llegó aquí? ¿También vino a tomar aire? -empezó a buscar temas de conversación.
Don Raúl sin rodeos, le dijo.
-Vine a buscarte.
¿A buscarla?
-¿Hay algo que necesitaba de mi?-preguntó Valentina, intentando sondear.
Qué coincidencia que ella también necesitaba hablar con él. Planeaba primero atender lo que don Raúl
quería de ella, para luego hablar sobre renunciar a su puesto de directora de diseño.
Sin embargo, don Raúl comenzó:
-Lo que dijiste la última vez en el hospital, voy a hacer como que nunca lo dijiste.
-Altana es tu hermana, han vivido juntas en la familia Lancaster tantos años, eso también es un tipo de destino. En el futuro, espero que puedan cuidarse la una a la otra, asi que busca una oportunidad para disculpa te con Aitana. Seguiremos siendo una familia.
Las palabras de don Raúl eran suaves y llenas de cariño, pero Valentina solo sentia cómo su frustración crecia.
-Espere, abuelo, -lo interrumpió cuando él iba a seguir hablando. ¿Qué cosas había dicho en el hospital que requerían una disculpa hacia Aitana?
Recordando su memoria perdida, Valentina forzó una sonrisa.
-Abuelo, lamento decirle que hace poco tuve un accidente automovilístico.
La preocupación se dibujó instantáneamente en el rostro de don Raúl
-¿Te lastimaste? ¿Cómo ocurrió el accidente? ¿Dónde te lastimaste? No es de extrañar que hayas estado ausente tanto tiempo. ¿Por qué no le dijiste a la familia?
Don Raúl, preocupado, tomó las manos de Valentina, examinándola de arriba abajo. La evidente preocupación la dejó ligeramente aturdida.
-No fue nada grave, -trató de tranquilizarlo, y luego, pausadamente, añadió-. Solo perdí algunos recuerdos.
La noticia de su amnesia pareció sacudir a don Raúl profundamente.
-El doctor dijo que probablemente fue por un anino on is rohnen di
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hubo heridas externas, solo internas. No sé si considerarlo suerte o desgracia. -Valentina reflexionó un momento antes de concluir-. Pero si lo pienso, es mejor asi al menos conservé la vida. En cuanto a los recuerdos perdidos, el doctor mencionó que podrían volver en cualquier momento.
Asi que, abuelo, no tengo idea de lo que dije en el hospital, ni recuerdo haber hecho algo que lastimara a Altana. Pero disculparme…
Hacia Altana, eso era algo que simplemente no podia hacer. Su instinto le decía que no. Valentina no queria ir en contra de sus propios sentimientos, haciendo algo que realmente no deseaba.
El ambiente se tenso por un momento antes de que don Raúl finalmente suspirara.
-Ya está, no hablemos más del pasado.
-Lo importante es que no te has lastimado. Regresa a la Villa Valenzuela, buscaré al mejor médico
para que recuperes tus recuerdos.
Valentina se sorprendió. No esperaba que don Raúl cediera tanto. Aitana era su nieta de sangre, se supondría que la protegeria a toda costa. Sin embargo, al enterarse de su amnesia, dejó de insistir en que se disculpara con Aitana tan fácilmente.
-Abuelo–
Valentina sintió una mezcla de emociones, una mezcla de gratitud y algo más que no podía identificar
del todo.
-Este diseño—La mirada de don Raúl se posó en el detalle del bordado. Valentina siguió su vista.
-La verdad es que también lo olvidé. Solo quería bordar algo adecuado para arreglar este traje, no sabia que terminaría siendo esto. No tengo idea de cómo conocía este diseño, ni qué significa para usted, abuelo. Todo esto está más allá de mi comprensión.
-Si no puedes explicarlo, entonces no hay nada que explicar.
Don Raúl se encontró con su mirada, un entendimiento tácito entre ellos. Sabia que con la amnesia de Valentina, no podía forzar las respuestas. Pero, en su interior, la esperanza creció; si Valentina recordaba, quizás entonces podría entender la conexión con ese diseño.
Aitana, observando desde lejos, sentía crecer su ansiedad. Aunque no podía oir su conversación, el simple hecho de ver a don Raúl tomar la mano de Valentina con tanto cuidado le daba una idea clara del afecto que habla entre ellos.
-Vaya, asi que si importa la sangre, -murmuro con sarcasmo, su frustración burbujeando por dentro. Sin poder acercarse, solo le quedaba mirar desde la distancia.
Finalmente, Valentina pareció recibir una llamada y, tras intercamblar unas palabras con don Raúl, se apresuro hacia el frente de la casa. Don Raúl, sin embargo, permaneció en el puente, como esperando
su regreso.
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Al ver cómo Valentina se alejaba corriendo, don Raúl no pudo evitar sonreír suavemente, murmurando para si mismo.
“Aunque no tienen nada que ver el uno con el otro, esa silueta corriendo me recuerda tanto a mi hija Citlali
Este pensamiento sumió a don Raúl en una profunda reflexión, sin darse cuenta de la figura que se acercaba sigilosamente por detrás. De repente, alguien dio un fuerte golpe a su silla de ruedas.
Valentina habla recibido una llamada de Diego y se apresuró a salir para encontrarse con él. Frente a la Villa Valenzuela, al ver a Diego y Silvana, justo cuando se acercaba, un lujoso auto se estacionó a un lado. La persona que bajo del auto hizo fruncir el ceño a Valentina.
-Vaya, parece que no solo yo quería ver qué pasaba aqui, sino que hay otros que también vinieron.
Comentó Diego con indiferencia al notar a Santiago. Como queriendo adelantarse. Diego se acercó rápidamente a Valentina, bloqueando su vista hacia Santiago.
-Aqui tienes, ofreció Diego su brazo, esperando que Valentina lo tomara. Pero claramente, ¡Silvana era su acompañante!
Valentina, sin inmutarse, se giró hacia Silvana y, tomando su mano, la colocó en el brazo de Diego.
-Una pareja perfecta.
Elogio
Valentina con una gran sonrisa, antes de voltearse hacia Santiago. Con una instantánea, cuando Santiago le ofreció su brazo, Valentina lo aceptó sin dudar.
-¿Cómo es que viniste?
compenetración casi
Valentina preguntó mientras entraban por la gran puerta de la Villa Valenzuela. Santiago suspiro
suavemente.
-Si no venia, ¿quién iba a protegerte si alguien te molestaba? Dime, ¿alguien te molestó?
Pensando en los eventos recientes, Valentina consideró.
-Supongo que no..
-¿Cómo que supones?
Santiago pareció insatisfecho con esa respuesta, su expresión se volvió seria. Mientras lo miraba, Valentina de repente se detuvo, llevándose una mano al pecho, su expresión se tornó grave.
-¿Qué pasa?
Santiago preguntó con preocupación, tomando el brazo de Valentina. Sí, ¿qué estaba pasando? Justo en ese instante, había sentido un dolor agudo en el pecho, como si algo lo desgarrara, casi dejándola sin aliento. Pero fue solo un momento, y tan rápido como vino, desapareció.