Chapter Capítulo 166
Capítulo 166
Óliver aseguró la puerta con cadenas de hierro, frunciendo el ceño con dolor, y le dijo: “Serenita, no puedo seguir haciéndote daño. No pasa nada si logro salir y la policía logra atraparme, pero tú no puedes aparecer. Quédate escondida aquí hasta que tu tio entre a la comisaría. Luego, puedes salir y limpiar tu nombre de cualquier sospecha.
Tío, déjame salir!” Serena golpeaba la puerta desesperadamente.
Luego se acercó a la ventana y vio la figura tambaleante de su tío alejándose. Su corazón se apretó de dolor como si lo estuvieran pinchando con una aguja.
Su tío, obstinado, pensaba que aso la salvaría, pero ella, después de escapar de la mansión la noche anterior, probablemente ya era considerada como una ‘cómplice…
“¡Tío! ¡Tengo que salir rápido!” Serena estaba tan angustiada que sentía su mente en blanco, golpeando frenéticamente el marco de la puerta.
Pero en la pequeña casa aislada del pueblo, nadie escuchaba sus gritos.
No fue sino hasta dos días después que un aldeano pasó por allí y la liberó. Serena, sosteniéndose el vientre, caminó hasta el borde de la carretera, y detuvo un carro.
Tres días después, antes de que se cumpliera el tiempo de detención, Valentino salió de la comisaría.
Había ocurrido algo grave.
Pero sentado en el auto, con las piernas frías, no entendía lo que Elián le decía, ni lo que Fidel intentaba comunicarle.
En su mente, todo estaba en blanco, llegando al punto de creer que estaba alucinando.
El hombre, tan alto y fuerte, parecía ahora extremadamente frágil. Siguió a Elián paso a paso hacia la unidad de cuidados intensivos.
En el fondo de sus ojos tranquilos, se abría un abismo de terror helado.
Había dos camas en la habitación.
Una era para su madre.
La otra, para Camelia.
Él permaneció parado allí, viendo cómo los labios del médico se movían constantemente, incapaz de entender las palabras. En su apuesto rostro, la expresión era áspera y exasperada. “i¿Qué demonios estás diciendo?!”
“Vali…” Camelia, con una voz débil por el llanto, abrió los ojos con fragilidad, “Es culpa mía, no pude recuperar a la madrina de las manos de Serena a tiempo, y ahora está en estado vegetativo…”
“Camelia, ¿de qué estás hablando? ¡Tú donaste un riñón a la Señora Andrea!” Fidel la miraba con mucho cariño.
Fue entonces cuando las palabras del médico finalmente penetraron la mente de Valentino, “Señor, su madre estuvo secuestrada, y cuando llegó al hospital apenas tenía aliento. Sus riñones estaban fallando rápidamente y esta joven donó el suyo de urgencia, salvándole la vida a su madre. Pero ella cayó en un coma profundo, con un tercio de su cerebro muerto. Actualmente está en estado vegetativo.”
Valentino miró a su madre, con su rostro enfermizo y frágil, con una presencia bastante tranquila.
Hace solo dos días, ella aún se reía con él y lo regañaba cariñosamente, Era la persona más cercana a él y a la que más amaba. Su madre era la persona lo había protegido desde niño.
De repente, un chorro de sangre brotó de su garganta.
“¡Vali!” Elián corrió hacia él.
Valentino lo detuvo con la mano, apretando los dientes con una calma sobrecogedora, mientras sus pestañas temblaban intensamente,
Con voz que parecía venir del infierno, preguntó: “Camelia, ¿quién dijiste que secuestró a mi madre?”
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Al pronunciar esas palabras, Elian temblo por todo su cuerpo, y lanzó una mirada hacia Fabrizio, cuyas manos también temblaban con el cigarrillo entre los dedos. Ninguno de los dos podía decir nada.
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Camelia loraba, con el corazón roto. “No puedo creer que haya sido Serena. Ella y su tío la secuestraron, a pesar de saber lo debil que se encontraba la madrina…”
Valentino dirigio su mirada hacia Fabrizio.
Fabrizio evitaba su mirada, y con una voz ronca dijo, “Doña Rosa llamó a la policía ese día, y solo entonces supe que algo malo había pasado. Inmediatamente llevé a la policia tras ellos, pensando que podria haber un malentendido, solo queria encontrar a la Señora Andrea rápidamente, sin que tú lo supieras y odiaras a Serena…”
“El asunto fue planeado por el tio de la Señorita Serena. Ese día la anciana recibió una llamada de su tío diciendo que ella estaba a punto de tener un aborto espontáneo y que se negaba a tratarse debido a una pelea contigo. La anciana, preocupada, salió de la mansión sin pensar y fue secuestrada en el camino. También me dejaron tirado en el auto…” Doña Rosa miraba a la anciana mientras rompía en llanto.
Después de escuchar a Doña Rosa, los ojos de Valentino se inundaron de dolor, sintiendo que su mundo se hundia en un abismo sin fondo.
Madre mia, ¿cómo podian aprovecharse de su amor por su nieto para secuestrar a la mujer que tanto amaba? ¿Y con una salud tan delicada?
Pregunto: “¿Dónde está Serena?”
Cuanto más tranquilo se mostraba, más temblaban los dedos de Fabrizio.
Frunciendo el ceño con dificultad, dijo, “Al día siguiente atrapé a Óliver en la base de la montaña. Dijo que tú habías sancionado a Joyas Elegantes y secuestrado a su hija. Él quería acabar contigo, aunque eso significara su ruina. En ese momento, Serena no estaba con él, y Óliver se negó a revelar su paradero, incluso a costa de su vida…”
Fabrizio dejó en el aire la idea de que ‘quizás estaba escondida por miedo a las consecuencias‘.
Los ojos gélidos de Valentino ya estaban cerrados. Bajó la mirada y sostuvo suavemente la mano de su madre. Cuanto más gentil era su tacto, más oscura se volvían los contornos diabólicos en su perfil.
“¡Cof, cof!” En ese momento, Camelia tosió fuertemente, escupiendo un poco de sangre.
“¡Camelia!“, gritó Fidel con angustia. “Acabas de donar un riñón y te han operado, deberías estar en reposo.”
Valentino alzo la mirada hacia ella y su cuerpo se tensó de inmediato.
“Vali…” Camelia lo llamó con extrema debilidad, y el monitor empezó a sonar. Fidel salió de inmediato a buscar al
médico.
Camelia lloraba, asustada y dando pena, “Vali, no me siento bien. Temo no poder resistir mucho más. Hay algo que siempre he querido decirte…”
Elián y Fabrizio Doña Rosa salieron uno detrás del otro.
Valentino se acercó, bajó la cabeza y agarró suavemente su mano, lleno de culpa y gratitud en su interior, “No seas tonta, no te va a pasar nada. ¿Qué querías decir?”
“Vali, te amo… temo no tener otra oportunidad para decírtelo, y también esto…”
Camelia sollozaba en voz baja, extrayendo lentamente algo de su cuello.
Cuando Valentino vio el medio anillo de jade atado con un cordón rojo, se estremeció violentamente, sus ojos oscuros se quedaron en blanco y luego se llenaron rápidamente de un torbellino.
Con manos temblorosas, sacó de su bolsillo del traje la otra mitad del anillo, que siempre llevaba consigo.
Miró fijamente a Camelia, su voz era baja y tensa, lleno de sorpresa, “¿Cómo es que tienes esa mitad del anillo?” Camelia sonrió amargamente, con una mirada tímida y dulce, “Siempre lo he tenido. Hace cuatro años, en aquella noche, cuando me lo diste como símbolo de confianza, lo guardé en secreto. Recuerdo que fuiste a una licitación en la provincia y estabas en peligro, justo cuando tuviste un ataque de histeria. No sabías que te había seguido en secreto y pude salvarte.”
“¿Fuiste tú?” Valentino estaba incrédulo y asombrado.
Aquella chica que había ocupado un lugar especial en su corazón durante tantos años, tan valiente y bondadosa, que lo había ayudado y tratado durante toda la noche. Con su delicado cuerpo, ella contuvo su ataque de histeria, lo calmó con ternura y cantó para él. La chica que le había dado una segunda oportunidad en la vida en aquella noche en la que casi muere.
¿Realmente era Camelia?
Él se sintió incrédulo, pero al ver cómo las dos mitades del anillo encajaban perfectamente formando un anillo completo, se quedó sin palabras.
Por supuesto, Camelia sabía lo que él estaba pensando.
Con lágrimas en los ojos y agarrando su gran mano, dijo, “Vali, siempre quise que fuera un secreto eterno. ¿Recuerdas
esa vez en Villa Termal Serenidad? Te pregunté si habías encontrado a la chica de aquel día. Dijiste que no, y eso me dolió mucho por dentro.”