Chapter Todo por amor Capítulo 98
Capítulo 98 Lo pensé en detalle
Victoria y Claudia conversaron e hicieron un acuerdo en el que ambas salían beneficiadas; no obstante, debido a la situación actual, su relación se deterioró por ese accidente. Sin importar si Victoria la empujó o no, Claudia la culparía por todo y parecía que no iba a permitirle que tranquila a partir de ese momento.
viviera
Lo más importante después del accidente fue que Victoria se dio cuenta de que debía ser cautelosa con Claudia; notó que no era la persona que creia. Primero, Victoria pensó que era una mujer delicada y que no debía preocuparse, pero todos quieren generar una buena impresión en los demás. Sin embargo, aunque fingia ser así, en realidad era una persona malvada que intentaba lastimar a los demás, por lo que no era una situación sencilla.
No te preocupes —dijo a su amiga-. Me protegeré; además, ella intentó lastimarme, pero terminó hiriéndose ella.
-Es cierto. Me encanta ver cuando las personas reciben su merecido por ser malvadas.
-Si.
Mientras conversaban, un camarero se acercó y les colocó en la mesa un pastel de chocolate fundido. Al ver el postre, se sorprendió.
-¡Cielos! ¿Cómo pudiste pedir otro pastel a escondidas en cuanto me distraje? ¿No escuchaste lo que dijo el doctor, Victoria? No puedes comer más.
-Lo sé, solo comere un poco.
-No, acabas de comerte un brownie enorme con helado.
-Entonces, solo comeré un bocado.
-No. ¡Absolutamente, no!
Luego de almorzar, ambas hicieron compras en el centro comercial y no regresaron a sus casas hasta tarde. Victoria tuvo su teléfono en silencio todo el día hasta que regresó a la casa y encendió el sonido. Lo primero que vio fueron los mensajes de Jazmin sobre el trabajo, asi que
los respondió uno por uno y salió de la conversación. Solo en ese momento se dio cuenta de que Alejandro también le había enviado varios mensajes de WhatsApp.
-¿A dónde has ido?, decia el primero. El segundo lo envio media hora después quizás por lo que la joven no le respondió. -¿Por qué no contestas el teléfono?–. El tercero fue por la tarde y parecia que estaba ansioso por lo que no le habia respondido durante el dia. -¿Estás enojada por lo que ocurrió con Claudia? Respóndeme, Copo de nieve. Necesito hablar contigo.
Ese fue el último mensaje, quizás porque ella no le respondió ninguno. Solo después de salir de la aplicación, vio que la había llamado diez veces. Al leer los mensajes, creyó que no la habia llamado por la tarde, pero no era así y solo habian pasado quince minutos de la última llamada. -En verdad no esperaba que hiciera esto-.
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En cuanto ingresó a la casa, Héctor, el mayordomo, se acercó y la saludo.
-Por fin ha regresado, señora Calire.
Parecía ansioso y la miró de pies a cabeza. Cuando se dio cuenta de que estaba sana y salva y que tenia varias bolsas en las manos, suspiró aliviado.
-¿Qué sucede? -preguntó en voz baja.
-Nada, señora Calire. ¿Estuvo todo el día de compras? -preguntó mientras la ayudaba con las
bolsas.
-Si; hacía bastante tiempo no lo hacía.
En realidad, habia estado todo el día en el hospital y no podía llegar con las manos vacías porque no tendría ninguna excusa para explicar por qué no estuvo en la casa. Salir de compras era la mejor opción y, debido a la cantidad de bolsas, nadie sospecharía.
-Entiendo. ¿Por qué no le respondió al señor Calire? La ha estado llamando y se ha preocupado
mucho.
¿Preocupado?». Victoria esbozó una sonrisa y tenía una mirada sarcástica. «Esas palabras……. Como Héctor siempre hablaba muy bien de Alejandro, sabía que en realidad no estaba preocupada por ella. Quizás me llamó desde la habitación de Claudia en el hospital».
-Dejé mi teléfono en silencio antes de ir a dormir anoche y me olvidé de sacarle ese modo al despertar–explicó con calma.
Al escucharla, Héctor cambió la expresión. Al ver que él iba a llevar las bolsas, lo detuvo.
-No es necesario; iré arriba a ordenar esto, así que puedo llevarlas.
-Entonces, permítame ayudarle.
-Está bien, puedo hacerlo yo.
Lo rechazó y agarró las bolsas, lo que provocó que el mayordomo se sintiera avergonzado y se rascara la cabeza. Justo cuando iba a llamar a Alejandro, comenzó a sonar el teléfono.
-Sí, señor; la señora Calire acaba de regresar.
Victoria lo escuchó porque acababa de comenzar a subir las escaleras y esbozó una sonrisa. -Qué atento; custodiando qué hago todo el tiempo. ¿Por qué no sale de la habitación de esa mujer mejor. Sin siquiera voltearse, continuó subiendo con las bolsas.
Como debía encargarse de algunos asuntos, no se apresuró a tomar una ducha, sino que abrió algunas bolsas y le entregó a Griselda el regalo que le había comprado. Después, regresó a su habitación para ordenar el resto. De hecho, además de que las compras eran una buena excusa, necesitaba ropa holgada. Antes de quedarse embarazada, toda su ropa era ajustada y, aunque aún no le crecia el vientre y nadie notaría la diferencia, debía pensar en hacer una transición a largo
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tiempo de su estilo para no llamar la atención; además, era invierno.
Colocó toda la ropa en el cesto y salió para entregárselo al ama de llaves, pero se topó con Alejandro que estaba subiendo las escaleras. Por fortuna, se detuvo a tiempo y se apoyo en la pared mientras la miraba agitado. No esperaba que regresara pronto y frunció el ceño al verlo.
-¿Por qué…?
Antes de que pudiera terminar de hablar, él le agarró el hombro y escuchó lo agitado que estaba.
-¿Dónde has estado? ¿Por qué no me respondiste? ¿Sabes cuánto tiempo he estado buscándote?
La sujetaba con fuerza; no pudo evitar fruncir el ceño e intentar liberarse.
-Si estás enojada por lo que ocurrió anoche, entonces…
No estoy molesta -dijo y se liberó de él; retrocedió algunos pasos con el cesto en la mano y explicó con calma-: No te respondí porque me olvidé de sacarle el modo silencioso al teléfono; no lo hice a propósito.
-¿No revisas cada cierto tiempo tu celular? -preguntó con los ojos entrecerrados porque no le creia.
-No; estuve haciendo compras todo el día y no tuve tiempo de hacerlo contestó con calma. Solo en ese momento Alejandro miró el cesto que tenía en la mano; estaba lleno con la ropa que había comprado ese día y se le desfiguró el rostro-. En cuanto a lo que sucedió anoche, no tengo por qué preocuparme. Ya lo pensé en detalle.
Al escucharla, la miró de manera mordaz con los ojos entrecerrados.
-¿Qué pensaste?
-dijo
-Creo que tienes razón. No podía salirse con la suya esa vez, por lo que decidió culparme – sonriendo.
-¿Qué?