Chapter Capítulo 40
Capítulo 40
Parece que habia subestimado a Ainhoa.
Una hora después, la reunión concluyó y el contrato se firmó a tiempo como estaba previsto. Al terminar, la señora Castro hizo un comentario a propósito delante de todos: “Enzo, Irene ha reservado mesa en el Restaurante Zalacain, vamos a comer alli más tarde, en ese reservado donde solían tener sus citas.”
El mensaje no podía ser más claro. ¡Y como no iba a entenderlo Ainhoa! Ella, sin cambiar su expresión, bajó la cabeza para organizar los papeles, manteniendo una sonrisa estándar en los labios. Al levantarse, asintió ligeramente hacia Enzo y dijo: “Presidente Castro, que disfrute de su comida.”
Después de hablar, tomó su cuaderno y documentos con la intención de irse. Pero Enzo la agarró de la muñeca, con un tirón, ella cayó en sus brazos. El rostro de Ainhoa cambió instantáneamente y su mirada se volvió fria; dijo: “Presidente Castro, estamos en una sala de reuniones, por favor, comportese con respeto.”
Los dedos largos y bien formados de Enzo rozaron suavemente la mejilla pálida de Ainhoa. Una sonrisa significativa se dibujó en sus labios.
“¿Celos?” Preguntó.
Ainhoa se rio con desdén soltándole:: ‘Presidente Castro, nuestra relación es meramente contractual, no tiene que seguir un código de honor conmigo. No importa si come con su ex, o incluso si se acuesta con ella, no est asunto mio.”
“¿No es asunto tuyo o no quieres que lo sea, eh?” Sondeó él
Enzo, sosteniendo su barbilla, buscó en el rostro de Ainhoa ese gesto de celos que solía tener. Pero después de esperar un rato, no encontró esa sensación.
En cambio, escuchó una risa suave de Ainhoa: “Presidente Castro, con esos comentarios, ¿no teme que yo malinterprete que le gusta y quiere que me meta en su vida?”
Los ojos brillantes de Ainhoa llevaban un toque de burla. Eso irritó a Enzo.
La empujó bruscamente y dijo friamente: “¡Eso si que es atreverse!”
Ainhoa se levantó, recogió sus documentos y asintió cortésmente: “No se preocupe, presidente Castro, no lo haré.”
Dicho esto, se dio la vuelta y salió de la sala de reuniones. Mirando su espalda fria e indiferente, la frustración en el pecho de Enzo creció. Arrancó su corbata y las venas de su frente saltaron.
Ainhoa terminó de almorzar y se retocó el maquillaje en el baño, Irene entró con sus tacones altos, lavándose las manos mientras hablaba con sarcasmo:
“Secretaria de la Vega, te has arreglado tanto, ¿es para seducir a Enzo? Ahorratelo, con una madre tan descarada y baja como la tuya, ¿crees que la familia Castro te dejaría entrar?”
Ainhoa detuvo sus movimientos y miro fríamente a Irene.
*¿Lo hiciste a propósito, la trajiste para que estuviera cerca de mi?” Preguntó Ainhoa.
A lo que Irene respondió descaradamente: “¿Qué más podría ser? Ella tiene muchas deudas de juego, perseguida por usureros. Si no la traigo de vuelta, ¿cómo podría afectar tu vida?”
“Irene, ¿qué pretendes?” Ainhoa preguntó intrigada.
Ainhoa tenia un mal presentimiento; esa mujer era una ludopata, capaz de cualquier cosa por dinero.
Irene sonrió levemente mientras decia: “No he hecho mucho, solo que, por ti, le di una mano y la hice que trabajara en el grupo como limpiadora. Por cierto, ya empezó a trabajar, se encarga de la limpieza en el primer piso, donde hay más movimiento y es más fácil para verte.”
Al pensar que tenia que enfrentarse a esa mujer todos los dias, Ainhoa se estremeció. El incidente de hace
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siete años volvió a su mente. Fue acorralada en el aula y la insultaron, diciendo que tenía una madre tan baja y que era como ella, seduciendo a los hombres. Cada palabra era como un cuchillo en su corazón,
El frío en los ojos de Ainhoa se intensificaba y dijo:
“Irene, incluso un conejo acorralado muerde, ¿tu madre nunca te enseñó eso?”
Dicho esto, agarró del pelo a Irene y la arrastró al baño, Levantó el brazo y golpeó su cara.