Chapter Capítulo 101
JUEGOS DE SEDUCCIÓN. CAPÍTULO 19.
Será mejor que no lo olvides Rex sentía como si estuvieran tratando de abrirle el pecho con un cuchillo de pan, sierrita incluida.
– Alguien debería conseguirle a este hombre una enfermera profesional muy pero muy calificada-murmuró Will con sorna.
Meli se inclinó junto a él tratando de ayudarlo mientras Nathan se alejaba un poco con el
inuchacho.
-¿Es verdad que está embarazada? – preguntó en un susurro y con mucha seriedad.
-¡Claro que no! Meli se emocionó de más -respondió Will en el mismo tono-. Sophitiene puesto un implante. Además tu hija es
una mujer inteligente, a las mujeres como ella no le pasan “accidentes”, no va a salir embarazada si no quiere y me consta que
en este caso, no quiere.
–¿Entonces que tiene?
–Debe ser gripe estomacal o algo...
–OK -dijo Nathan pensativo-, Tú igual llévale el jugo y síguele la corriente a Meli que nos estamos quedando sin tiempo.. Will lo
iniró y achicó los ojos, sospechando.
— Tú sabes -dijo de pronto.
– Tú también – replicó Nathan-pero obviamente este no es un concurso a ver quién sabe más. ¡Vete con Sophiy hazte el
desentendido!
-Sí, señor.
Will se desapareció en un minuto y Nathan se giró hacia Rex, lo ayudó a levantarse y lo sento en una de las sillas de la terraza.
-¡Va a ser que el muchacho tiene razón! ¡Tú, amigo mío, necesitas una enfermera! -dijo Nathan-. Ya por cualquier emoción
fuerte te pones malo, y lo sé porque el nieto es mío y yo estoy mejor que tú.
La boca del exfutbolista se convirtió en una linea fina y apretada de rabia.
-¿Rex, cielo, te sientes mal? – lo increpo Meli con verdadera preocupación. Tenemos que atenderte eso, ya es la segunda vez
que te pasa...
-Déjalo, mujer –sonrió Natlan con sorna–¿No te das cuenta de que solo es felicidad? El hombre está muy emocionado porque
va a ser tío-abuelo! ¡Tio-abuelo! ¿Verdad, Rex?
Sus miradas se cruzaron por un instante y no se hablaron para no pegarse, pero a Meli no le pasó desapercibida aquella guerra
de miradas.
– James, hijo, vigila que tu tío no vaya a estirar la pata ahí sentado -gruñó mientras agarraba a Nathan por el brazo y tiraba de
él hacia dentro de la casa – Tú y yo tenemos que hablar.
Nathan sonrió por el tono demandante de su esposa, que le encantaba, pero ya era hora de que ella también pusiera los pies
en la tierra.
-¿Me quieres explicar qué diablos está sucediendo, Nathan? – lo increpó. -Sí, te lo explico, pero primero te tapo la boquita así,
ven para acá, porque no quiero que nadie te oiga gritar. Eso, ahora te cuento....
Contarle a Meli y escucharla gritar contra su mano mientras le abría los ojos como si con ellos lo pudiera amenazar también...
era algo épico. Pero finalmente ella terminó calmándose y suspirando con ese aire de autoridad que decía “mama enojada” por
todos lados.
– Bien... te diré lo que vamos a hacer – sentenció. Quince minutos después Nathan hacía un puchero.
– Tú eres una mujer muy cruel ¿lo sabías? – murmuró. 4
-¡No tienes una idea! – siseo ella mientras salia de nuevo a la terraza con su mejor sonrisa.
Se sentó frente a Rex, le sirvió un vaso de agua y le dio una de las pastillas que le había recetado el médico para la ansiedad.
-Vamos, cariño, tienes que mejorarte, porque ahora todo se complicó, y necesitamos tu ayuda – le dijo con suavidad,
Rex frunció el ceño.
-¿Eh...? ¿Se... se complicó?
-Sí, cielo. ¡Te imaginas nosotros preparándonos solo para una boda y resulta que viene un bebé en cainino!? – Meli negó
llevándose dos dedos al puente de la nariz.
-Crei que estabas feliz con eso... inurmuró Rex.
-¡Pues sí... hasta que me di cuenta de que Sophi no volverá aqui nunca más! – exclamó Meli -. ¡Tú sabes mejor que nadie
cómo es tener a un bebé en casa, tú prácticamente criaste a James conmigo! Sophi estará lejos de nosotros y me mata no
poder ayudarla cuando nazca ese nene precioso... Te imaginas? Tan pequeñito y lindo. ¡Estoy segura de que será igualito a
Will! ¡Ay tengo que ir a comprarle ropita! ¡Eso si me gusta! Rex apretó los dientes.
-¿Tu mujer es bipolar?-gruñó mirando a Nathan.
–Eso parece.
-¡Bueno, pues primero lo primero! -exclamó Meli-. Vamos todos a ocuparnos de los asuntos de la boda para poder celebrarla lo
mejor posible. Sophiy Will se merecen la mejor boda y la luna de miel más caliente del mundo antes de ser papás. „Manos a la
obra!
En un segundo había organizado a toda la familia, ella pasó a ver a Sophi y luego todos salieron.
-Rex, tú que no puedes hacer mucho esfuerzo por tu...condición, vienes conmigo – sentenció Meli y media hora después Rex
casi se agarró de la puerta de aquella tienda que decía “TODO BEBÉ”4
–¿No te parece que es muy pronto para esto? -gruñó mirando a Meli.
–No, claro que no, nuestro nieto se merece lo mejor-respondió ella sin inmutarse, i Porque va a ser “nuestro nieto”, tuyo
también! Aunque claro, nosotros participaremos menos. ¿Te acuerdas de cómo fue tener a James? Tú entraste a su nacimiento,
no te perdías los
ultrasonidos... aliora que lo pienso, no imagino cómo debió sentirse Nathan por perderse todo eso de nuestro hijo. Sophi y
Willson muy afortunados porque van a vivir todo eso juntos.
-Si... supongo -murmuró Rex con un nudo en la garganta. Sabía cuánto le había dolido a Nathan perderse el nacimiento de
James.
-¡Bien, entonces veamos ropita de bebés! – Meli lo arrastró a las pequeñas perchas y Rex se quedó mirando un pequeño
conjunto con un balón de fútbol dibujado-.¡Ay qué hermoso! – exclamó ella viéndolo también-¡Pero el papá del bebé diseña
autos, así que consigue uno con un carrito, no lo acapares que no es tu bebé!
Rex volvió a sentir aquella punzada de dolor en el pecho. Cada palabra de Meli era peor que un puñetazo de Nathan.
-Aaaaah! Ropita de niña. ¿Te imaginas, Rex, que sea una nena? ¡Yo me muero de la alegría...! – Aquí el que se va a morir soy
yo –siseó Rex entre dientes antes de girarse hacia ella. Lo siento, Meli, pero de verdad no me siento bien. Meli hizo un puchero.
-Está bien, vete a casa... y llévate el auto, yo llamo a Will para que venga por mí y así elegimos juntos la ropita de su bebé. Rex
asintió mientras se daba la vuelta y apretaba los dientes. “La madre que la parió... iSi me lo restregara más me exfoliaría la
cara!”, pensó mientras se subía al auto y regresaba a la casa de inmediato, pocos minutos después vio salir a Will en una de las
camionetas y no perdió tiempo. + Bajó las escaleras apurado y fue corriendo hasta la casita de huéspedes. La puerta no tenía
seguro así que entró, solo para encontrarse con un sonido que le estremeció el corazón. En el baño, Sophi devolvía hasta la
merienda del kinder. ¿Entonces era verdad? ¿En serio estaba...?
-¿Estás embarazada? – preguntó Rex apenas la vio salir del baño. Sophia se quedó paralizada frente a él. Estaba ojerosa,
pálida, se veía débil y parecía que iba a vomitar de nuevo en cualquier momento. -¿Rex? -susurró- ¿De qué hablas...? – Te
escuché vomitar. -¿Y eso te hizo pensar que estoy embarazada? – logró decir finalmente Sophi, mientras se apoyaba en la
pared del pasillo.
-Te escuché vomitar!
-¡Y si lo sigues repitiendo lo voy a volver a hacer, pero eso no quiere decir que esté embarazada! -yruñó ella.
Rex se mesó los cabellos con desesperación.
-Tu madre dice que sí lo estás. Hace un rato me arrastró a comprar ropas para el bebé y está muy convencida de que es de
Will, Ipero tú y yo sabemos muy bien que eso no es cierto! verdad? –espetó él. Sophia achicó los ojos con un gesto de rabia y
ladeó la cabeza.
–¿Qué demonios estás intentando decir, Rex? -siseo por lo bajo, pero tal parecía que cuando se trataba de ella, Rex Lanning
solo parecía capaz de tomar malas decisiones. -¡Sé que no es de Will!... ¡Maldición, lo vi comprar diez cajas de condones! -gritó
Rex Para esto regresaste? La bofetada resonó en la pequeña casita de huéspedes, haciendo eco hasta en las paredes. Él no
tenía que decirlo, ella entendía perfectamente.
-¿Crees que vine de Europa solo para embarazarme de ti, imbécil? – siseo. Estaba temblando de pies a cabeza pero solo era
de rabia – Te crees que eres un maldito premio? iTuve dos meses para embarazarme de ti y no lo hice porque por ahi perdida
todavía debe quedarme un poco de dignidad! ¡No estoy embarazada! -Le enseñó una pequena cicatriz sobre su brazo Tengo un
implante anticonceptivo. No estoy embarazada. -¡Esas cosas no siempre funcionan –replicó el-, a lo mejor por accidente...!
– ¿Accidente? -gruno Sophi-. iQué crees, que iba caminando por la calle, se me dobló un tacón y cai encima de tu pito parado!?
¡A mi no me pasan accidentes!
-¡Pero Meli dijo...!
-¡Me importa un carajo lo que haya dicho mi madre! ¡No estoy embarazada! -gritó ella furiosa-.¡Y te juro por lo menos sagrado
de este mundo que si fuera tuyo tampoco lo tendría! ¡Ahora largate de aqui de una maldit@ vez, porque siento que cada vez
que abres la boca empiezo a odiarte más! Le dio la espalda sosteniéndose la cabeza, porque la rabia que sentía era poderosa,
pero la verdad era que su cuerpo no estaba como para respaldarla. Había estado vomitando toda la noche y todo le dolía.
Se apoyó en la pared por un instante pero la habitación comenzó a dar vueltas a su alrededor en un segundo y sus pies de
repente ya no la sostuvieron. Escuchó un grito detrás de ella, pero era demasiado lejano y Rex solo era un borrón en su campo
de visión. Luego todo se volvió negro.
Rex logró alcanzarla antes de que su cabeza se golpeara con algo, y el corazón se le puso en la garganta solo de verla
desmayada. Aterrorizado levantó a Sophia en brazos y la llevó hasta el auto para luego conducir rápidamente al hospital. Le
invadió una abrumadora sensación de temor mientras marcaba los números de Nathan y Meli para que los encontraran allí.
Sophia permaneció inconsciente durante todo el camino y Rex sintió como si estuviera perdiendo una parte de su cuerpo
cuando se la quitaron de los brazos para subirla a una camilla en la sala de urgencias.
-Por favor – susurró desesperado mientras se la llevaban-. Digame que va a estar bien.
-Primero tenemos que revisarla, por favor espere aqui-le indicó el médico. – Ella puede... es posible que esté embarazada -dijo
él porque aunque ella lo negara preferia asegurarse.
-OK, le haremos una prueba rápida -dijo el doctor anotando en la tablilla de indicaciones Ahora con su permiso, debo atenderla.
Rex se quedó en aquella sala como si lo hubieran golpeado, aturdido, aterrado. Por suerte la familia llegó en cuestión de
minutos y todos corrieron hacia él.
-¿Qué fue lo que pasó? -gruñó Will.
-Se desmayo... Estábamos hablando y de repente se desmayó. La traje aqui, no me han dicho nada -respondió Rex sin
mirarlo-.¡Todavía no dicen nada! Nathan y Meli se abrazaron, pero intentaron mantener la calma mientras salia alguien a decirle
qué le había pasado a Sophi. Finalmente el médico a cargo apareció y les sonrió con amabilidad.
– La señora Sophia va a estar bien, ya está estable. Ahora les explico qué pasó, pero mientras tanto necesito que entre alguien
a acompañarla. Todos dieron un paso al frente, pero Meli tiró de las camisas de Nathan y de Rex para detenerlos mientras le
hacía un gesto a Will para que entrara.
-Él es el que debe ir-les dijo con determinación-, para eso es su esposo. -¡Todavía no es su esposo! – siseo Rex con
impotencia. -Pues en cuatro dias lo será y es obvio que él ya asumió su papel-replicó Meli tajante-. Es su mujer, no la tuya, será
mejor que no lo olvides.